Tenían 62 años
Murieron Lori y George Schappell, los siameses más longevos del mundo
Los hermanos estuvieron unidos físicamente durante toda su vida. Llegaron a formar parte del libro de Guinness World Records.
Los siameses más longevos del mundo, Lori y George Schappell, murieron a los 62 años de edad este domingo 7 de abril en Pensilvania, Estados Unidos.
Los Schappell desafiaron las expectativas de los médicos al nacer fusionados parcialmente en el cráneo y compartiendo el 30% de sus cerebros. Según estimaban los científicos en ese momento, su expectativa de vida no superaría los 30 años.
A pesar de los obstáculos físicos, como el hecho de que George no podía caminar y tenía que ser empujado por su hermana en una silla de ruedas, para los dos siempre fue muy importante “vivir de la forma más independiente posible”.
Sus vidas
Ambos fueron a la universidad y se acompañaron en sus propios sueños: mientras Lori triunfaba en torneos de bowling, él inició una carrera musical en el género country. “Desde los 24 años, mantuvieron su propia casa y viajaron mucho”, escribieron sus familiares y allegados en el obituario. Asimismo, los hermanos también tuvieron participaciones estelares en varios documentales y talk shows, así como tener su propio episodio en la serie dramática “Nip/Tuck” de FX.
Lori se comprometió en 2006, pero cuatro meses antes de casarse su prometido fue atropellado por un conductor ebrio y murió. “Fue devastador y mi corazón se rompió. Todavía estoy en contacto con su familia”, contó en aquel entonces.
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Además de ser “los siameses más longevos del mundo”, también lograron otro reconocimiento: en el 2007, George, cuyo nombre original fue Dori, se declaró un hombre trans, lo cual los convirtió en los primeros gemelos unidos del mismo sexo en identificarse como géneros diferentes.
Con respecto a su vida diaria, ambos vivían en un departamento con dos habitaciones y se turnaban para dormir día de por medio en cada una y así tener “su propio espacio privado”. Incluso, en un documental de 1997, contaron que tenían horarios diferentes para bañarse y se duchaban por separado.
Según el libro Guinness de los récords, el caso de Lori y George fue uno de los casos más extraños, siendo parte del 2% de las personas que padecen la misma condición.