Para fin de año habría más de 8 millones de niños pobres en Argentina, según UNICEF
En abril, el organismo había estimado un porcentaje menor, pero debió recalcularlo en base a las nuevas proyecciones del FMI por los severos efectos del coronavirus.
Unicef alertó de una mayor demanda de asistencia alimentaria, en sintonía con otros varios indicadores desalentadores sobre el impacto de la pobreza en los niños. (UNICEF)
A tres meses de las últimas estimaciones que habían hecho sobre chicos argentinos bajo la línea pobreza, representantes de UNICEF “recalcularon” sus proyecciones y este miércoles advirtieron que los efectos del coronavirus son peores de lo esperado: para diciembre próximo, el 62,9% de los chicos estarán en situación de pobreza, nada menos que 8,3 millones de personas, superando por un amplio margen los 7 millones de niños en esa condición socioeconómica registrados un año atrás.
Los datos, compartidos a periodistas en una conferencia de prensa este miércoles, fueron calculados en base a la información oficial del INDEC y los pronósticos del PBI que hace el Fondo Monetario Internacional (FMI). Precisamente es ese el organismo que el 24 de junio, en una actualización de sus estimaciones anuales, incrementó en casi 5 puntos los niveles de pobreza infantil previstos en mayo, lo que explica que la estimación difundida pasara de los 58,6% que se preveían anteriormente a este 62,9%.
La otra variable alarmante -que complementa la primera- es la que describe la pobreza extrema, es decir, los niños en situación de indigencia o, como se la suele llamar, “pobreza estructural”. En la primera parte del año, UNICEF informó que 2020 terminaría con algo más de 16% de niños en esa condición, pero ahora prevé que será el 18,7%, es decir, 2,4 millones de menores. Esta misma medición en el primer semestre de 2019 indicaba varios puntos menos: casi 13% de niños en situación de indigencia.
Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de UNICEF, lo definió con claridad: “El coronavirus afecta la vida de los chicos y las chicas de todas las clases sociales, pero en las familias más pobres el impacto es mucho mayor. En el 15% de los hogares encuestados se tuvo que recurrir a algún préstamo o fiado por parte de algún comercio para comprar alimentos. Ese porcentaje aumenta al 29% cuando el hogar no tiene ingresos laborales, al 25% en barrios populares y al 22% para los titulares de la Asignación Universal por Hijo”.
La conferencia incluyó la presentación de la 2° Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población de UNICEF, focalizada en el “Impacto de la pandemia y las medidas adoptadas por el Gobierno sobre la vida cotidiana”, trabajo en el que, destacaron en la presentación, “fue posible encuestar a los mismos hogares abordados en la ‘primera oleada’ hecha en abril, lo que permitió seguir la evolución de los casos”.
El contexto social registrado en esas entrevistas (y que sostiene las severas cifras informadas arriba) no es alentador, pero se ven algunas mejorías con respecto al inicio de la pandemia, cuando la actividad laboral estaba completamente “freezada”, producto del aislamiento obligatorio.
En este momento, 2,6 millones de hogares vieron una reducción en sus ingresos laborales, en comparación a la situación de la “prepandemia”. Sin embargo, en abril, el 60% de las familias había reportado esa situación, mientras que en la “segunda oleada” de la encuesta bajó al 45%, de lo que se interpreta un efecto “positivo” de la cuarentena más flexible.
Wasigrais señaló que “la reducción no se observa tanto en pérdidas de puestos de trabajo como en una baja en las horas”. Es que, los hogares donde alguno de los miembros perdió su empleo llegan al 7% (según UNICEF, la cifra no varió desde abril), mientras que aquellos donde hubo una baja en las horas de trabajo (por menos “changas” o por menos clientes, entre otros), son el 30%. En abril eran el 37%.
Luisa Brumana, representante de UNICEF en Argentina, destacó el impacto de medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que alcanza al 47% de los hogares, frente al 22% que lo recibía en abril: “Son 13 millones de personas que habitan en 2,8 millones de hogares, donde al menos un miembro recibe el IFE… es una medida clave para evitar que más hogares caigan en la pobreza extrema”.
Sin embargo, tanto Waisgrais como Brumana recalcaron las fallas en la asignación de ese beneficio, como “familias que todavía están excluidas de esos beneficios”, y señalaron que “deben redoblarse los esfuerzos”.
En cuanto a los programas alimentarios, se observa una mejora respecto de los registros de abril, lo que habla de que algunos dispositivos que al comienzo de la pandemia estaban desordenados, fueron reorganizándose. Es el caso de dispositivos como la tarjeta “Alimentar”, que cubren al 36% de los hogares (frente al 19% de abril), y también del porcentaje de personas en abril dijeron tener inconvenientes para acceder a comedores o retirar viandas. En abril era el 8% y ahora solo el 1%. A su vez, en sintonía con esto, la concurrencia a comedores pasó del 8% al 10%.