Pepe Cibrián presenta su nuevo musical
Luego de mucho esperarlo, Pepe Cibrián Campoy retoma la actividad teatral con “Infierno blanco”.
El espectáculo cuenta la historia de Patrick Salisbury (Maximiliano Airieto), un joven periodista francés que decide anteponer su vocación antes que el profundo amor hacia su pareja: Charly Sommerset (Luis Machuca), un joven centrado, honesto, soñador y caritativo. Sin embargo, Patrick no duda cuando le llega la propuesta de entrevistar a Bertil Olafson (Lautaro Calzona), el más importante dealer de droga y armamento clandestino del mundo. Para eso decide viajar a la ciudad de Bergen en Noruega, donde Bertil tiene su centro de operaciones. Allí se ve profundamente atraído por este personaje ambiguo no sólo en lo sexual, sino también en su comportamiento, y toma la decisión de quedarse en Los Fiordos, abandonando sin más explicación a Charly.
Al poco tiempo, es Bertil quien viaja a Francia a inaugurar un nuevo palacio que ha comprado para trasladar su centro de operaciones y por esas cosas del destino conoce a Charly que también cae en sus planes de seducción y lo que en principio parece una simple aventura termina convirtiéndose en amor. Se encuentra en un dilema filosófico del accionar y el no accionar. ¿Tendrán estos personajes el libre albedrío para poder adentrarse en ese infierno personal que indirectamente absorbe a todos? ¿Serán libres de amarse sin tapujos y sin anteponer fantasmas ante ellos?
Semanas atrás, en diálogo con Noticias Argentinas, Pepe reflexionó sobre su carrera artística. “Miro para atrás, como si tuviese un gran manto con una cola inmensa, sin nada de lujo ni sofisticación, dentro de eso están todos mis vivencias: toda la gente, obras, parejas, aventuras, dolores… todo lo que he tenido en la vida. Siento que al mirar, afortunadamente para mí, tengo una capa que pesa mucho y hay gente que mira y no tienen ni siquiera la capa. Eso depende de cada uno, de cómo uno quiere vivir la vida. Por eso miro para atrás y siento orgullo. Soy un hombre muy privilegiado, un luchador incansable y lo he heredado de unos padres maravillosos -los artistas José “Pepe” Cibrián y Ana María Campoy- y de una dinastía de siete generaciones de actores”, destacó.
Y aseguró que se hace cargo de ser el máximo referente de la comedia musical del país: “Me gusta el reconocimiento porque es justo. Si no hubiese aparecido a los 19 años haciendo mi primer music hall -“¡¡Mundo pobre, querido!!”-, no habría musicales en la Argentina”.