Perú: Pedro Castillo busca salidas para frenar el descontento popular
El gobierno de Perú enfrenta el momento de mayor tensión en ocho meses, tras una jornada de toque de queda que terminó con violentas protestas.
Las consecuencias son de momento difíciles de calcular para el mediano plazo, coinciden los analistas, mientras el Gobierno busca medidas para enfrentar el aumento del costo de vida, que está en el trasfondo del malestar popular.
El Gobierno de Pedro Castillo enfrentó la mayor tensión en ocho meses, cuando una jornada que incluyó un toque de queda diurno terminó este martes con violentas protestas y actos vandálicos en el centro de la capital peruana, en medio de nuevos pedidos de la oposición para que deje el cargo y una semana después de que el mandatario superara un proceso de destitución en el Congreso. El jefe de gabinete, Aníbal Torres, negó que pensara renunciar.
Las consecuencias de la jornada son de momento difíciles de calcular para el mediano plazo, según coinciden los analistas, mientras el Gobierno busca medidas para enfrentar el aumento del costo de vida, que está en el trasfondo del malestar popular.
Pedro Castillo levantó el polémico toque de queda en Lima y en El Callao
Una acción será exonerar del Impuesto General a las Ventas a los artículos de primera necesidad, según les dijo Castillo a los parlamentarios.
“Es un proyecto que va a tener efecto inmediato en el bolsillo de la gente”, afirmó después la presidenta del Congreso, la opositora Maricarmen Alva.
Sin embargo, Alva se quejó de que Castillo y sus ministros llegaron a una reunión este martes con la Junta de Portavoces del Congreso sin ninguna otra iniciativa, sobre todo para sectores que viven difíciles momentos económicos, como la agricultura y el transporte.
La reunión entre los enfrentados Ejecutivo y Legislativo, que transcurrió sin que se divulgaran detalles, sirvió para que Castillo levantara el toque de queda con siete horas de anticipación, pero no impidió los choques en Lima, que dejaron varios heridos.
Las protestas y las falsas alarmas
La ola de movilizaciones había comenzado la semana pasada en distintos puntos del país, pero se trasladó a la capital después de que el lunes el presidente decretara la inmovilización social, que en la práctica representa un toque de queda, de las 02:00 a las 24:00 horas locales del martes, pero solo en Lima y la aleñada ciudad de Callao.
Hasta ese momento, los problemas se concentraban en departamentos como los costeños Ica y La Libertad y sobre todo en el andino Junín, en los que sectores liderados por agricultores y transportistas se levantaron contra los altos costos y bloquearon diferentes rutas .
En Junín, fortín del partido oficialista Perú Libre (PL), murieron cuatro personas, aunque no directamente por represión policial: dos fueron atropelladas por automóviles en los bloqueos, uno cayó de un puente en medio de los enfrentamientos y un enfermo que trataba de llegar al hospital de emergencia no pudo hacerlo y falleció en la calle.
En Ambo, departamento de Hánuco, un hombre de 18 años murió tras recibir este martes un disparo en medio de choques con la Policía.
En Lima, entre tanto, el lunes fue una jornada intensa por las falsas alarmas. En redes sociales se habló de saqueos que en realidad nunca ocurrieron, aunque sí causaron que las tiendas cerraran sus puertas por seguridad, sobre todo en las zonas periféricas de la ciudad, de nueve millones de habitantes.
Perú: el Congreso votó en contra de destituir al presidente Pedro Castillo
Eso hizo que fuera mayor la sorpresa por el toque de queda, decretado además cuando gran parte de la ciudad dormía.
Según portavoces del Gobierno, informes de inteligencia, de los que no se han dado detalles y que el periodismo de investigación no ha podido rastrear, daban cuenta de que para el martes se estaban organizando desmanes.
El supuesto peligro fue confirmado por algunos portavoces de la oposición de derecha, como el parlamentario Jorge Montoya, principal impulsor de las iniciativas de destitución contra Castillo, quien sostuvo que había planes para tomar la ciudad desde los cerros periféricos.