Por la sequía, podría escasear la yerba en 2023
Si bien el consumo para el mercado interno en 2022 está garantizado, la gran incertidumbre pasa por la producción que se comercializará en el próximo año.
A pesar de las lluvias en Corrientes y Misiones el panorama aún se mantiene complicado: algunos productores perdieron muchas hectáreas de producción por los incendios, mientras que otros imploran por precipitaciones que no se dan desde el 15 de noviembre, el período más seco de los últimos 45 años. “Podemos hablar de hasta un 40% de pérdidas”, dicen en Colonia Liebig.
“Hoy las plantas están en una situación de estrés total, han perdido su follaje y hay yerbales, que vienen a ser las plantaciones más grandes que tienen más de 20 años y tienen un mayor sistema radicular, más profundo, que son las que están vivas y están manteniendo todo su follaje”, explicó Orlando Stvass, vicepresidente del consejo de administración de la Cooperativa Agrícola de Colonia Liebig, en el noreste correntino.
En diálogo con un medio radial, Stvass explicó que la sequía le llegó en un momento poco propicio a una gran cantidad de productores: muchos estaban en pleno proceso de recambio de algunas plantas, y las que se habían logrado implantar eran relativamente jóvenes. Y esos ejemplares son hoy los más afectados.
“Hay productores que han perdido todo. Al que le tocó la mala suerte del fuego perdió todo. Se venían renovando las plantaciones, las nuevas de menos de 10 años son las más afectadas por el estrés hídrico ya se murieron”, graficó Stvass.
“A pesar de un contexto complicado fundamentalmente por la pandemia, el esfuerzo realizado por toda la cadena yerbatera para ofrecer un producto de calidad tuvo una excelente respuesta de parte de los consumidores”, precisaron desde el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).
Los productores aseguran que este consumo, para 2022, está garantizado. ¿Por qué se da eso? A raíz de que la yerba que se consumirá a lo largo de este año fue cosechada el año pasado, y como mínimo debe ser estacionada por un lapso de 9 meses. Eso la pone a salvo de la durísima sequía que afecta a las plantas.
En el INYM observan que los registros pluviales de sitios como Misiones, con información de la Estación Experimental del INTA Cerro Azul muestran entre febrero de 2021 y enero de 2022 una merma del 39% en materia de irrigación. 1218,6 milímetros acumulados un mes, contra 779, 7 del otro. Una baja notable.
“El mismo informe indica que el pasado mes de diciembre de 2021 se evidenció el registro más bajo para este mes en los últimos 55 años con apenas 29,2 mm de lluvia”, remarcaron.
Por eso, la gran incógnita está en lo que pueda pasar de cara a 2023: se viene la cosecha gruesa que arrancaría en abril y duraría hasta septiembre, pero la situación llena de cautela a los productores. Además, eso se conjuga con el mayor consumo que demandó en los últimos meses el mercado interno.
“Todo lo que se cosecha se seca, se guarda a los depósitos y se estaciona y sale a la venta en 2023. El 2022 está totalmente garantizado. Pero tenemos que ver si en estos 15 o 20 días las plantas están vivas y algo vuelve a brotar, y si en pocos meses vuelve a recomponer su follaje”, explicó Stvass.
“Es muy disímil la situación, incluso entre yerbales ubicados en la misma zona geográfica. Hay algunos con hojas secas, otros en buen estado. Pero la palabra incertidumbre es lo que mejor se ajusta a lo que estamos pasando”, indicaron desde el Instituto
Por estos días se trabaja en un relevamiento de las distintas zonas y los resultados estarían dentro de un mes.