Se nacionalizó ucraniano para jugar en la selección, pero el ejército lo citó para combatir
Edmar Lacerda estaba en el Metalist Járkov cuando estalló el conflicto con Rusia. Afortunadamente para él, el club se encargó de resolver el asunto y finalmente no tuvo que combatir.
Edmar Lacerda nació el 16 de junio de 1980 en Mogi das Cruzes, Brasil, un país en donde año a año surgen futbolistas de primer nivel, por lo que cuando él llegó a a vestir la camiseta del Inter de Porto Alegre advirtió que para jugar algún Mundial iba a tener que abrazarse a otra bandera.
Fue así que en 2002 fue fichado por el Tavriya Simferopol de Ucrania, en donde tuvo grandes actuaciones que llamaron la atención del FC Metalist, a donde recaló en 2007. Cuando ya estaba instalado desde hacía mucho tiempo en la nación europea y después de haberse casado con Tetiana Halovskyi,de quien tomó el apellido, decidió hacer los trámites correspondientes para obtener la nacionalidad, motivo por el cual en 2011 pudo finalmente ser convocado por el seleccionado local.
Lacerda, ahora apellidado Halovskyi, había encontrado su lugar en el mundo. Lejos de las playas de Brasil, había hallado en las frías tierras del este europeo la titularidad en un equipo importante de la primera división y las constantes convocatorias al combinado nacional, por lo que podía ilusionarse con disputar una Eurocopa o hasta un Mundial. Pero todo esto derivó en un insólito episodio.
En junio de 2014 su nombre apareció en los principales portales del mundo, pero no por su juego o sus goles, sino porque por el conflicto entre Rusia y Ucrania el ejército lo había llamado a presentarse para combatir y cumplir su deber como ciudadano para defender el territorio. “Hace tres semanas recibí el llamado y mi esposa, que es ucraniana, estaba sorprendida. Al comienzo, mis compañeros de equipo bromearon conmigo pensando que no era verdad, pero después presenté el documento y todos vieron que era en serio”, explicó.
En ese momento, el conflicto armado entre el gobierno de Ucrania y rebeldes separatistas prorrusos había empeoradotras la caída del avión de Malaysia Airlines con 298 personas a bordo, derribado por un misil, y las embajadas recomiendan a los futbolistas sudamericanos regresar al país de origen. Edmar vivía en Kharkiv, una ciudad aún no afectada por el conflicto, pero donde también reinaba el temor.
Tras semejante noticia, el club Metalist aseguró que la seguridad del plantel estaba garantizada, ya que los entrenamientos y partidos serían celebrados en localidades lejanas al conflicto. Finalmente, y gracias a los esfuerzos de los directivos de la institución, se pudo aclarar que todo se había tratado de un error: “Consulté sobre la situación a la directiva del club y se resolvió todo, aparentemente fue un error del ejército”.
“No quiero ni pensar en esa posibilidad, creo que todo fue resuelto y sólo quiero pensar en jugar al fútbol, que es lo que sé hacer. En 2004 hubo una revolución en Ucrania, pero fue pacífica, nunca vi nada parecido”, había comentado en ese momento el ahora ex futbolista que tiene 40 años.
Lacerda se quedó en Ucrania y completó 15 partidos con el combinado local, en los que logró un gol. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, no pudo clasificarse a ninguno de los últimos Mundiales 2014 ni 2018. Durante el final de su carrera tuvo algunos breves pasos por el fútbol de los Estados Unidos (aunque no en la MLS), país en donde se instaló junto a su esposa y sus tres hijos, mientras se dedica a encontrar jóvenes talentos.