Pendino: “Sería una picardía que tengamos un colapso sanitario, sabiendo lo que hay que hacer”
Lo afirmó el médico rosarino Juan Carlos Pendino, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). “Es más fácil comprar 100 respiradores que conseguir 100 médicos terapistas, porque no hay, no están formados”, advirtió el profesional.
Juan Carlos Pendino (Matrícula N° 8088) nació en Rosario hace 62 años. Tras terminar sus estudios secundarios, comenzó la carrera de Medicina en la UNR, y se recibió en 1981. Está casado y tiene dos hijas. Toda la familia está vinculada a la salud: la señora y su hija mayor son pediatras, y la menor de las chicas está pronta a recibirse de odontóloga. La especialidad de Pendino es en Terapia Intensiva, y seguramente jamás imaginó, a principios de la década del ’80, el desgastante presente que iban a vivir él y sus colegas, debido al trabajo que tienen como consecuencia de la pandemia por el Covid-19.
El rosarino, si bien en otro momento de su carrera trabajó en el ámbito privado, ahora sólo se desempeña en el Hospital Centenario. También es vocal titular de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) por la provincia de Santa Fe. Esa entidad, a la que pertenece hace unos 25 años, difundió días atrás una nota muy sentida, dando detalles -entre otras cosas- de lo sobrepasado que están los intensivistas. A la SATI pertenecen médicos terapistas, kinesiólogos, enfermeros y bioquímicos.
-¿Cuántos intensivistas hay promedio en un hospital o sanatorio?
-En lo que se refiere al Hospital Centenario tenemos en este momento y por motivo de la pandemia tres médicos de guardia activan: dos médicos de planta, se agregó un tercero a partir de marzo y también tenemos residentes, además del jefe, sub jefe y coordinador, que es mi puesto. Somos en total 21 médicos de guardia, un jefe, un sub jefe y un coordinador, además de los residentes. En mi caso, más allá de ser el coordinador, desde que empezó la pandemia los miércoles estoy 12 horas de guardia.
-Más allá de lo meramente instrumental y de los elementos de trabajo (que como se sabe a partir de la nota difundida, es escaso lo que tienen), ¿cómo está el recurso humano?
– El recurso humano está muy mal. Nosotros tenemos una ocupación de la sala de terapia intensiva no muy alta en este momento, porque contamos con camas libres y cuando hubo casos sospechosos de Covid-19, fueron derivados al Hospital Escuela Eva Perón de Baigorria. Pero, por ejemplo, si a nosotros nos tienen que aislar un médico por sospecha de Covid o por cualquier otra cosa, es un ‘triunfo’ conseguir un reemplazante. Y eso es porque no hay especialistas en terapia intensiva, hay poco interés en esto. No es una especialidad “seductora” para un chico joven. Porque es un trabajo cuya remuneración no es mayor por el lugar donde estamos. Sí cobramos un incentivo por estar en un “área crítica”, pero que no compensa en absoluto el trabajo en terapia intensiva.
-Desde el comienzo de la pandemia, ¿se sumaron profesionales? ¿Tuvieron que hacer alguna preparación o capacitación especial?
-En nuestro caso tenemos un médico más de planta, es decir, con más experiencia. Está desde marzo para reforzar el personal y los residentes. La cuestión es que los residentes no vienen todos los días. Un grupo viene a la mañana, otro a la tarde. No se quedan de noche para favorecer el distanciamiento social. Todo esto implica más trabajo y más asistencia, y es algo que agota obviamente.
– En un tramo de la nota que difundieron desde la SATI, comentan que las “Unidades de Terapia Intensiva del país se encuentran con un altísimo nivel de ocupación”. ¿Qué tan alto es?
– Nuestro hospital está catalogado como “no covid”, o sea que en principio no se derivan casos de confirmados al Centenario. Pero tuvimos esta semana dos casos que, tras hacerse los diagnósticos correspondientes, se derivaron. Y mientras estaban los pacientes en terapia intensiva, eso te insume una enfermera y un médico para cada uno. Y ambos profesionales deben permanentemente cambiarse y ponerse los equipos de protección personal. En ese sentido, no estamos saturados por pacientes Covid; pero en otras instituciones, la ocupación es prácticamente del 100%. Algo parecido a lo que está pasando en Buenos Aires. Puede pasar que el recurso técnico se acabe, pero es más fácil comprar 100 respiradores que conseguir 100 médicos terapistas, porque no hay, no están formados.
-¿Efectivamente el sistema de salud está al borde del colapso? ¿Hasta cuándo pueden aguantar?
– El recurso humano está en una situación sumamente crítica. Tenemos serios problemas para conseguir médicos. Esta noche nos pasa un parte de enfermo alguno y no puede ir, y no lo podemos cubrir. Tenemos que pedirle al médico que está que se quede 12 horas, o tengo que ir yo a reemplazarlo. Hay demasiada buena voluntad de los médicos que vienen a reemplazar a otros, porque tienen buena relación con nosotros, hicieron la residencia en el Centenario, rotaciones… Muchos de los profesionales trabajan en más de un lugar y eso potencialmente es un riesgo.
– “Aprendimos a ser resilientes” expresan en la nota. ¿Cómo es eso en un lugar tan complejo como el que ocupan ustedes?
– Entendiendo la situación del desborde y el miedo al colapso, no hay medidas claras y concretas. Entonces uno queda en el medio. Un día nos dicen: “Ahora vamos a recibir a todos los pacientes con sospecha de Covid y los vamos poner en tal parte”. Entonces eso implica el riesgo de contagio, implica protegerse al máximo, más dificultad en la atención del paciente… La incertidumbre es lo que nos pone mal. Esa incertidumbre también la puede tener un médico, que piensa (por ejemplo) que como su compañero de guardia de una determinada noche viene de otra institución, ¿se protegió adecuadamente para no contagiar? Si empieza con fiebre mañana, ¿me van a pedir que me quede 24 horas más?
Lo que está muy claro y lo que esperamos muchos es que haya una nueva estrategia de control: sea una nueva cuarentena, intensificar el distanciamiento social, algo. El riesgo no está si uno va a la verdulería, con tapaboca, toma las medidas y distancias correspondientes, compra y se va. El riesgo está en el “asado de los domingos’ con amigos.
-¿Cómo es el apoyo entre ustedes y sus pacientes?
– En general lo que vemos entre colegas y compañeros de trabajo es bastante compromiso de colaboración. Porque hay chicos a los que hemos tenido que mandar a la casa porque están mucho tiempo en la terapia trabajando. Sobre el final, Pendino dejó otros dos conceptos claros: “En marzo veíamos lo que pasaba en España, Italia, Brasil. Se les venía el mundo abajo y nosotros, con el diario del lunes como lo teníamos, íbamos observando lo que podíamos hacer. Pero se aflojó la cuarentena y empezaron a ‘picar’ los casos. No aprendimos ni con lo que les pasó a otros países. Sería una picardía que tengamos un colapso sanitario, sabiendo lo que hay que hacer”.
“Más allá de que mi familia está en el rubro salud, es siempre una estrategia el volver a casa. Incluso a veces uno trata de no comentar algunas cosas, para no asustar innecesariamente. No obstante, la preocupación de la familia, genera algo de carga interna”, concluyó.
66 MIL PESOS
Es lo que gana en promedio un médico especializado en Terapia Intensiva, por 96 horas mensuales, en un solo efector de salud.