“Si me dicen algo de mi cocina, aprendo, pero si me dicen algo de mi música me pongo mal”
Deborah De Corral es sin dudas un espíritu inquieto. No sólo reparte su tiempo entre Miami y Buenos Aires sino que divide su pasión entre la música y la cocina, que es lo que definitivamente mueve sus fibras más íntimas. La modelo, que fue uno de los fetiches de los ‘90 y que siempre ha ido por más, estrena Fuego, su segundo programa de comidas y placeres, hoy por Telefé, al término del ciclo de Susana Giménez.
A más de 20 años del éxito de El Rayo, vuelve a probar las mieles de la pantalla de aire argentina.
-¿De qué va Fuego, tu nueva apuesta por la cocina en la tele?
-Es un programa más bien de comidas que de cocina. Se trata de compartir algo con quienes entrevisto. Si bien algunas veces voy a estar cocinando para alguno de los invitados, también iremos a comer juntos o cocinarán ellos.
-Que cocinen los invitados es muy jugado…
-No, no, cuando sean chefs cocinarán ellos y yo los ayudaré. Ojo, te puede sorprender si hay algún actor o actriz que sabe cocinar muy bien. Ahí, le diré: “Cociná vos, sorprendeme”. El programa es eso: compartir lo que a todos, desde la producción hasta el último invitado, nos apasiona que básicamente es morfar, muchachos. Se trata del placer y el bienestar que eso genera.
-¿Volver a la tele de aire es como volver al primer amor? En este programa, trabajás con mucha de la gente con la que hiciste El Rayo…
-No somos los mismos que allá por 1995, pero yo me llamo igual por una cuestión de linealidad del tiempo. [Risas]. Tenemos toda esa data, ese bagaje que está bueno y que hace que a la hora de juntarnos a hacer tele de nuevo nos salgan cosas buenas. Espero que no nos hayan quedado las taras pero veremos… [Risas] Igual son otros tiempos y el programa está estéticamente actualizado. Tiene mucho del espíritu de lo que fue El Rayo, definitivamente, porque somos los mismos dementes menos algunos que andan dando vueltas por el mundo, haciendo lo suyo, pero están en espíritu. Yo siempre dije que si volvía a hacer tele de aire me gustaría hacerlo con la gente que lo hice. Richi Picheto que es hoy cabeza de EyeWorks (la productora del programa) era mi editor de El Rayo y se fumó horas y horas de mis chistes, mis gags, mis errores. Creo que me conoce mejor que mi vieja.
-¿Creés que cocinar es un servicio?
-Absolutamente, lo es. Hay que ser consciente de que cuando uno cocina algo para alguien le tiene que hacer bien a ese otro, no solo físicamente. Obviamente, de base, hay que tratar de no envenenar al otro. [Risas]. Cocinar es un regalo que uno le hace al otro. En ese sentido, es parecido a la música. Tal vez, la música es más un entretenimiento para los demás, si es que uno lo toma de forma seria. Sobre todo la música pop que yo hago, no toda la música es así. Y la cocina comenzó como un servicio y ahora es también parte del entretenimiento. Igualmente, es una responsabilidad, estás haciendo algo que la gente se va a meter adentro de su cuerpo.
-¿Sos de invitar a comer a tu casa?
-No tanto, no soy la gran anfitriona en casa, acá en Buenos Aires. Sí en Miami porque la casa es más grande y está más preparada. Acá, por ahí, cocino en restaurantes o casas en las que se hacen eventos en mesas largas. En casa, suelo hacer asados de principio a fin. En Miami, a veces mi marido se copa y me ayuda con el fuego o repartimos tareas. Si tengo que hacer un asado sola, lo hago.
-Además de buenos asados, ¿tenés hits en la cocina?
-Sí, obvio, pero en la cocina no me agarro de mis hits, me aburro, quiero cambiar, innovar todo el tiempo.
-¿Qué te sirvió más para ganar amores: la música o la comida?
-La comida, absolutamente, eso entra seguro. Somos bichitos, animalitos de Dios a los que nos gusta comer. La comida entra primero. El gusto por la música, a veces, tiene que ver con ciertos status sociales ridículos como pensar que lo que escuchás es quien sos, cosa que yo no creo. Yo escucho todo, pero hay gente que no y pasa más por ese lado.
-¿Te bancás las críticas en la cocina?
-Sí, no pasa nada. Soy la primera en darme cuenta si algo no salió bien y pido disculpas. Soy re boluda en eso. Soy muy perfeccionista no te la puedo caretear. Si sale mal, te digo. Lo que no me banco tanto son las críticas sobre mi música, porque hacer música cuesta un huevo y ahí mostrás todo, tus vulnerabilidades… Para mí cocinar es más espontaneo, es darle algo al otro. Seguramente, a un chef profesional le pasa lo que me pasa a mí con la música. Si me dicen algo de un plato, aprendo, lo voy a revisar. Si me dicen algo de un tema no me gusta nada, me pongo mal.
-Lo llevás a terapia…
-No hago terapia, por ahí hablo con alguien, o sola… [Risas].
-¿Ves televisión de aire?
-No veo nada. Más allá del espacio real, creo que estamos entrando medio guerrilla. Estamos haciendo lo que nos gusta, agradecidos de tener un espacio. No importa dónde estamos entrando sino lo que estamos haciendo. No es que no veo tele por snob sino porque no encuentro cosas que me gusten incluso en cable o canales de afuera. Tampoco tengo mucho tiempo, hago muchas cosas. En mi tiempo de ocio prefiero escuchar música o hacer otras cosas. Así como te digo que no veo tele, de golpe me encierro dos días seguidos a ver Silicon Valley. Y después vengo y te digo que no veo tele… Pero no lo hago en lo cotidiano, no llego a casa y prendo la tele.
-¿Pero seguís las notas que te hacen? ¿Te interesa lo que dicen?
-Aprendí de chica a verlas objetivamente. Claro que me interesan, pero más como un reporte de mi trabajo. No me cuelgo de cosas que no me gustaron.
-¿Te quedás en Buenos Aires?
-Voy a estar entre Miami y Buenos Aires constantemente.
-Cuando venís, ¿lo hacés sola o acompañada?
-Vengo a veces sola y otras acompañada. Cuando mi novio puede viene, pero trabaja, tiene su vida allá, por eso es que nos fuimos a vivir a Miami.
-¿Y cómo es la vida allá en Miami?
-Tengo una vida más tranquila, más de ocio. Tengo más tiempo que acá en Buenos Aires. Me la paso probando recetas, cosas de cocina, componiendo canciones… Son días más de ocio creativo. También tengo un manager con quien estamos buscando trabajos allá.
-Si tuvieras que vivir en Buenos Aires, ¿te gustaría?
-Sí, viví muchos años acá, pero soy inquieta y no me gusta quedarme en ningún lugar. Ahora, estoy obligada emocionalmente a no vivir solamente en Buenos Aires. Más allá del bardo y que la gente esté más loquita que de costumbre… Hay mucha violencia y es una pena. Estamos un poco alterados. Más allá de eso, Buenos Aires me encanta.
-¿Dijiste alguna vez que no querés crecer? ¿Es cierto eso?
-Es verdad que me niego un poco a crecer y que por eso hago lo que hago. Los músicos somos bastante infantiles. Nos gusta jugar, hacer cosas con las manos, agarrar instrumentos. De ahí la cocina y esta cosa de jugar con los elementos, del niño que juega a ser alquimista o a inventar una canción. Eso tenemos en común algunos músicos y cocineros. Esta cosa infantil de jugar. Siempre lo digo, soy una afortunada puedo tener esta vida que vivo con alegría. Soy muy agradecida.
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