Sukerman: “hay que analizar cómo es la vuelta a la actividad más ´normal´ “
En un contexto mundial de crisis, hubo sectores que se vieron mucho más afectados que otros. Y mientras se analizan cuáles serán los motores de la reactivación, se evalúa el impacto de la tecnificación y la demanda de un mercado laboral hipercalificado. El tobogán, el colchón y otras metáforas.
En una de las paredes del despacho, justo a sus espaldas y junto a placas que recibió en sus visitas por distintos puntos de la provincia, hay dos cuadros. En uno, la foto de Juan Domingo Perón sonriendo con ternura a una -eternamente- joven Evita, de quien se cumplieron el domingo 68 años de su prematura muerte. El otro también los tiene a ambos como protagonistas pero por separado y junto a estampillas de época, por ejemplo del Plan Quinquenal. Una foto del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la asunción del 10 de diciembre pasado completan el repertorio visual por donde pasea la mirada de quien entrevista. Roberto Sukerman, ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la provincia traza, casi en una hora de conversación con este diario, un diagnóstico de la situación laboral en Santa Fe que no escapa a la complejidad que sumó la pandemia al país y que tiene a la asistencia del Estado como sostén de las actividades más afectadas. Y repasa aquellas que se mantuvieron a flote durante esta crisis y las que agudizaron su caída, pero también el desafío que plantea el empleo del siglo XXI y los cambios -protocolos, teletrabajo- que llegaron para quedarse.
– ¿Cuál es el panorama laboral en este contexto de pandemia?
– Hay que pensar en el contexto de pandemia no solamente por la coyuntura sino también por cómo vamos a continuar en el futuro: los proyectos, los planes que se pensaban antes de la pandemia tienen que ser reconsiderados. También lo que tiene que ver con el funcionamiento en sí del Ministerio. La pandemia aceleró los tiempos, y los temas que uno pensaba a pasitos hoy ocurren a pasos agigantados. Las primeras capacitaciones que vamos a arrancar van a ser virtuales. Autorizamos días atrás el funcionamiento de institutos de capacitación profesional privados porque pensamos que, si hay una cocina funcionando en un restaurante o un bar, también se puede utilizar un lugar para enseñar a cocinar; si puede estar trabajando un taller textil, también puede haber personas aprendiendo a cortar y a coser; si está funcionando una metalúrgica, pueden estar aprendiendo a soldar y a utilizar un torno.
El teletrabajo ya tiene una instancia de regulación en Diputados (de la Nación) y se está discutiendo en el Senado. Lo que hace es abordar una coyuntura que acentuó un modo de trabajo pero que va a tener una continuidad: no se está regulando sobre la excepción sino sobre la nueva normalidad.
También es interesante trabajar en la vuelta de actividades y cómo va a impactar en los ámbitos laborales, sobre todo de las mujeres, el regreso parcial a las clases. Hay que prestar atención para que no sean las mujeres quienes terminen perdiendo una fuente laboral, porque esa pérdida puede generar una dependencia mayor hacia el varón y agudizar situaciones de dependencia y hasta de violencia, además de una disminución de la percepción de su propia capacidad.
Lo planteo como tópicos de una serie de modificaciones que se van a dar en el mundo de trabajo. Hay que analizar cómo es la vuelta a la actividad más “normal” en relación a los puestos de trabajo: actividades donde hay trabajadoras y trabajadores que están de licencia y esas actividades se hacen igual. Para los empleadores que toman trabajo hay incertidumbre por un temor generalizado a contratar en un momento de cierta desinformación porque se plantea la doble indemnización o la prohibición de despidos que no rige para los nuevos empleos.
– ¿Hay algún sector que haya logrado abstraerse de la crisis que significó la pandemia para todo el país y el mundo?
– En Santa Fe hubo actividades que funcionaron con absoluta normalidad y son las vinculadas con el campo: se levantó la cosecha, se llevó a puerto, se acopió, se elaboraron productos a partir de esas materias primas, desde aceite y harinas hasta otro tipo de alimentos. La industria láctea y la ganadería funcionaron porque eran actividades excepcionadas. La maquinaria agrícola está funcionando como hace tiempo no lo hacía porque la cosecha fue buena, nadie se quiere quedar con los pesos, hay una brecha cambiaria muy importante y bajaron las tasas de interés. A la vez, la maquinaria genera una industria conexa fenomenal. Todo eso funcionó.
Por otra parte, las concesionarias de autos que estaban en cero, están vendiendo. La construcción tiene un auge porque hay un excedente del campo y quien tiene un peso invierte en ladrillos. Todo lo vinculado con el hogar está funcionando porque como la gente está más tiempo en la casa y no va al cine, se compra un televisor más grande; no se va de vacaciones de invierno y cambia el colchón. Y todo eso involucra fabricación y comercio.
Hay otras actividades industriales y comerciales que están funcionando mal como indumentaria, vestido y calzado. Argentina entró a la pandemia como un paciente de riesgo que se contagia de Covid-19: con recesión, inflación, tasas impagables, una deuda externa histórica sin resolver. A eso se suma el desplome del precio del petróleo que generó un cimbronazo, el proyecto de Vaca Muerta (muchas empresas de Santa Fe comerciaban con Vaca Muerta y eso está parado), la bajante del río que generó un enorme costo de falso flete. Fueron las siete plagas de Egipto, la tormenta perfecta.
En 2017 fui candidato a concejal en Rosario y cuando recorría los centros comerciales de los barrios veía zapaterías vacías Ahí había falta de poder adquisitivo y la industria del calzado estaba mal. Y esa situación se agudizó. Un sector muy afectado es el de servicios: turismo, hotelería, gastronomía -que está tratando de pilotearla trabajando a la mitad de su capacidad-, salones de eventos, jardines de infantes, espectáculos, boliches. Todo lo que tenga que ver con aglomerar personas está muy mal: fue lo primero en cerrar y será lo último en abrir.
Y a todo se suma el tema del transporte: hoy jueves (día de la entrevista), el único transporte urbano que funciona en la provincia es el de la ciudad de Santa Fe porque el de Rosario está en paro. No hay interurbano, no hay mediana y larga distancia, ni internacional. Los sistemas de transporte dependen de dos sistemas: subsidios y tarifa y hoy no se puede pensar en aumentar tarifas. Pero además el pago de los sueldos es sólo una parte: como no se trabaja no se vende ropa de trabajo y hay textiles que no pueden producir; los coches de larga distancia incluyen una vianda, pero sin servicio ésta no se comercializa. Neumáticos, repuestos, combustible, la actividad de los paradores y las carroceras, todos esos son rubros que están parados. El tema es de qué manera reactivar esa actividad.
Mercado laboral
– ¿Cuántos puestos de trabajo se perdieron?
– De abril de 2019 a abril de 2020 teníamos algo más de 24 mil puestos de trabajo que se perdieron. En estos días tendríamos que tener los números de mayo con datos de Afip sobre trabajadores registrados que se hace a dos meses distancia. Entendemos que ese mes se puede haber recuperado el empleo en construcción. Pero esos 24 mil son de empleo registrado en el ámbito privado. No tenemos precisión de cuántos monotributos se dejaron de pagar (y si eso significa que son personas que dejaron de trabajar), autónomos, cuentapropistas, profesionales liberales. A todo eso se suma el empleo no registrado, que no es menos de un 40 %.
Entonces, el empleo venía por un tobogán y cuando éste se terminó caímos en un colchón que es prohibición de despidos, suspensiones, IFE, ATP. El primero llega a 700 mil santafesinos y el segundo a 200 mil trabajadores de 20 mil empresas. A mes de junio, IFE más ATP fueron para Santa Fe 24,5 millones de pesos. A futuro se vendrá el debate sobre ingreso universal, si los ATP pasan a ser Repro y de qué manera, no sólo se conserva el empleo, sino qué medidas incentivan la incorporación de trabajadores.
– ¿Cuáles evalúan que serán los motores que van a reactivar el mercado laboral?
– Nosotros lo pensamos desde la mirada de un Estado activo. Cuando hablábamos del “colchón” con medidas nacionales más las provinciales, que son complementarias y tratando de llegar donde no pudo llegar Nación, uno lo piensa a futuro como inyección de recursos públicos. Pero es como un perro que se muerde la cola: no hay actividad económica, no se pagan impuestos, el Estado no recauda y le cuesta ayudar. Necesitamos ver qué puede andar bien y qué vuelve a recaudar el Estado para repartirlo en los sectores más perjudicados.
Hay un dato de (Walter) Agosto -ministro de Economía de la provincia-, en la Legislatura y es que Santa Fe perdió de recaudar 15 mil millones de pesos. Es similar a la autorización que le dio la Legislatura al gobierno para endeudarse. El Estado -nacional- que no pudo recaudar ni endeudar lo que hizo fue emitir y la emisión fue tan grande que no alcanzó a fabricar todos los billetes que necesitaba y los tiene que importar. Es importante dimensionar la cantidad de dinero que el Estado está invirtiendo, pero la emisión tiene patas cortas, es coyuntural.
Entiendo que la obra pública va a ser fundamental y que el Estado genere una reactivación del consumo, y créditos a tasa muy conveniente para capital de trabajo. La obra pública y privada reactiva todo porque la construcción llega a sectores muy vulnerables que quizá no tiene capacitación. Pero el trabajo del siglo XXI es hipercalificado y la tecnología ya no expulsa solo a mano de obra intensiva, sino también a personas muy capacitadas, incluso a profesionales.
El rol del Estado
– ¿Qué va a pasar cuando se cierre la “canilla” del Estado?
– Es cierto que hay que pensar en cambios más estructurales como una reforma tributaria que está pendiente en la Argentina desde hace tiempo: el 85 % de la actividad económica en la Argentina es de pymes y la presión tributaria para este sector en muchos casos es muy pesada. Hay debates que se van a venir: reformas de sistemas previsionales, de mecanismos para contratar más trabajadores, la reducción de horas de trabajo.
– Sin este contexto, ¿cuál hubiese sido el plan del Ministerio de Trabajo?
– Empleo, empleo, empleo. Capacitación e inserción laboral. En realidad, no es que lo abandonamos, pero nos costó arrancar. Estamos en la etapa de empezar las capacitaciones virtuales. Después, todas las mejoras para el funcionamiento del Ministerio como la conciliación individual, no solo colectiva: el Ministerio tiene 15 delegaciones en la provincia además de las dos regionales Santa Fe y Rosario, y hay una o dos personas en la delegación, o ninguna. Así lo recibí y tengo que revertir esa situación.
El ministerio tiene que fortalecer las delegaciones, atender los conflictos individuales, avanzar cuando se apruebe la ley de ART con un sistema real y transparente de conciliación para descomprimir los tribunales.
Venimos trabajando en distintas formas de modificar las estrategias de fiscalización.
Pero en mi caso puntual, estoy orgulloso de la tarea que hizo el Ministerio, que no detuvo la actividad. Hemos trabajado en los conflictos, nos hemos aggiornado a las tecnologías y seguimos fiscalizando junto con municipios y comunas, y Salud. No fue un año perdido. Veníamos de una situación compleja y ahora hay que ver cómo reactivamos.
Pioneros en protocolos
Cada actividad que se reabrió luego del primer período más rígido de aislamiento preventivo, social y obligatorio establecido por el gobierno nacional requirió de un protocolo. Es decir, una serie de medidas de seguridad e higiene adecuadas para evitar contagios por Covid-19.
“Como provincia fuimos pioneros en los protocolos obligatorios”, cuenta el ministro de Trabajo Roberto Sukerman. El funcionario destaca que las medidas que se tomaron fueron adecuadas y lo traduce en ejemplos: “Atravesaron la provincia un millón de camiones, en Puerto General San Martín entraron 8 mil camiones por día en plena cosecha y no hubo contagios”. No al menos en el nivel esperable para esa actividad.
En la página web de la provincia (santafe.gob.ar) están los modelos de protocolos, una modalidad que, para el funcionario, “llegó para quedase”.