Talleres culturales: una puerta abierta a la formación y la experimentación
Entre agosto y noviembre, la Municipalidad brindó 17 talleres culturales gratuitos. Los cuidados necesarios y las adecuaciones a los proyectos que habían presentado educadores y artistas, permitieron sostener una propuesta de espacios formativos en diferentes disciplinas artísticas y oficios.
Con características que buscaron innovar y fortalecer los espacios de formación artística y cultural que brinda la Municipalidad, la Secretaría de Educación y Cultura renovó este año la oferta de talleres culturales. Se hizo con una convocatoria abierta a educadores y artistas que presentaron 141 proyectos y fueron evaluados por un jurado externo. Además de esta dinámica para conformar una propuesta de 17 talleres, se decidió que el acceso fuera totalmente gratuito para quienes participen y por eso el municipio afrontó también el pago del cachet del equipo docente.
Las medidas de aislamiento en los primeros meses del año retrasaron el inicio de los encuentros hasta agosto, cuando se habilitaron los espacios de formación artística con un protocolo específico, pero eso no impidió su desarrollo hasta los últimos días de noviembre. Los talleres transcurrieron en la Mediateca, en el Teatro Municipal “1° de Mayo” y en el Mercado Progreso.
Equipamientos en los barrios
En barrio Santa Rosa de Lima, las propuestas aprovecharon los recursos tecnológicos de la Mediateca para el desarrollo del taller de música y palabras “Musandar”, con Ana Suñé; el de creación de videojuegos, con Luciano Vairoli; y Podcast: de la idea a la imagen sonora, con Sabrina Sotelo.
No era la primera vez que Vairoli daba el taller de videojuegos, pero destaca la decisión de que este año se brindara de manera gratuita. “Me ha pasado que muchos alumnos descubren en el taller que les encanta programar, por ejemplo, y por eso es importante que puedan acceder sin pagar una cuota. Más allá de que el objetivo es crear un videojuego, esto puede ser la puerta para continuar después un estudio o una profesión”, contó.
De manera integral, cada participante trabajó en el diseño de un videojuego, partiendo en algunos casos de intereses y conocimientos previos. Vairoli los acompañó en “pensar la idea, el mundo, las mecánicas, que es lo que abarca el game design; y después vimos cómo aplicar todo eso, cómo diseñar los niveles y programarlos”. Con Leandro Sánchez abordaron el arte gráfico, la música y el sonido.
“Trabajamos bien en la Mediateca. Desde mi computadora proyectaba en el televisor, mientras los chicos trabajaban con los equipos que tiene el espacio y volcamos los avances en una nube para que puedan seguir en sus casas. Nunca tuvimos problema de conexión, el lugar es cómodo y la gente es muy amable. Es un lugar que me gusta para hacer este tipo de actividades”, dijo en el balance de la experiencia.
Proyectar en la incertidumbre
Ana Paula Rivero Berrone dio el taller de “Gestión cultural y acompañamiento de proyectos”, en el Mercado Progreso. En ese mismo espacio se dieron los talleres de Cine (para adultos), con Luciano Giardino; Cómics, con Gastón Zuñiga; Diseño y construcción de baldosas hidráulicas, con Pilar González; Cine para adolescentes “El Globo Rojo”, con Carolina Tacca; Gimnasia postural. Salud y bienestar corporal, con Paula Copello; y el taller de personajes de Elías Alberto, denominado Laboratorio del Yo.
Para Ana Paula, como para otros docentes, el primer desafío fue adaptar la planificación que había hecho para un taller anual y en otras condiciones. Se planteó entonces cómo transmitir conocimientos sobre gestión cultural “en un contexto como el de la pandemia, en el que también cambió la territorialidad en la que trabajamos”. La dificultad se transformó en un motor para pensar cómo proyectar “en una era de incertidumbre, de la distopía”, explicó. Las circunstancias le permitieron poner en práctica algo que considera esencial a la gestión cultural: “hacer una lectura del contexto y ver qué necesidades emergen de ahí, qué respuestas le vamos a dar, cómo unimos nuestro deseo con la iniciativa y el deseo de la sociedad en la que estamos”. El taller, dice, fue también un espacio para reflexionar sobre esa idea y ponerla en práctica.
Durante estos meses abordó algunos contenidos teóricos y en grupo trabajaron sobre un proyecto común para tratar aspectos legales, comunicacionales y técnicas de trabajo. Mientras avanzaba el taller, algunos pudieron darle forma también a su propio proyecto, y cumplir otro de los objetivos que había planteado la docente: “brindarles herramientas para que puedan concretar sus ideas, para que encuentren en sus trayectorias el potencial y las inquietudes que traen, y que de eso puedan hacer algo nuevo o plasmar una idea que tenían y no habían desarrollado”.
Moverse de lo programado
“Poéticas de cruce” fue la propuesta de experimentación artística que coordinó Ricardo Rojas, en la Sala Marechal del Teatro Municipal. “Creo que todos aprendimos a movernos de lo que tenemos programado y eso me parece importantísimo. Ese es el gran aprendizaje”, dice sobre el recorrido que hizo junto a las participantes del taller.
De una propuesta inicial que apuntaba a creaciones grupales, poniendo en diálogo distintos lenguajes y trayectorias artísticas, la experiencia transitó sobre los universos personales, lo biográfico de cada tallerista. “Si bien trabajar con lo que cada uno trae al taller era un eje, se hizo más fuerte con la pandemia porque lo que tenían más a mano era su vida particular, su biografía. Entonces las consignas fueron direccionadas para ese lugar y el resultado es muy interesante”, resume Rojas.
En un encuentro sin público presentaron los avances de esos procesos, a modo de cierre del taller, integrándolos en una misma puesta: “lo que hicimos fue transcurrir en esta circunstancia, en la presencialidad o comunicados en la virtualidad con alguna consigna, pero muy atentos al universo personal y a las propias poéticas que iban surgiendo. Por eso en el cierre, compartimos estos bocetos, trabajos abiertos que pueden continuar, pero que surgieron de las propias poéticas, con el interés que tenía cada una de las personas que participaron. Por eso son cinco trabajos diferentes, presentados en una suerte de instalación, desde la teatralidad”.
“Hubo voluntad de gestión, de los talleristas, de los artistas y docentes, de sostener esos espacios. Me parece que se dio esa doble vía, con los cuidados, pero teniendo en claro que las instancias artísticas y de ciertos encuentros posibles son importantísimas en estas circunstancias”, concluyó Rojas.
En el Teatro Municipal también tuvieron lugar el taller de cine y poesía “Atrapar luciérnagas”, con Violeta Lucía Vignatti; Composición y creación de elementos aéreos, con Sara Krumm; MERAKI Laboratorio de composición transdisciplinar, con Julieta Taborda; Escenografía y dirección de arte “Componer el espacio”, con Valentina Rodríguez Kees; y Teatro-danza. Entrenamiento y composición escénica, con Mariano Dufour.