TEMEN EN ITALIA UNA GUERRA POR LA SUCESIÓN EN LA COSA NOSTRA
“Gracias, que Dios los bendiga”. Es una de las pocas frases que dice Bernardo Provenzano. Si no, está callado, casi no habla.
El “rey de la mafia”, un hombre invisible durante 43 años, está encerrado en una celda de aislamiento de la prisión de máxima seguridad de Terni, en el centro de Italia, vigilado las 24 horas por videocámaras y por personal penitenciario especial. Sin diarios, sin televisión, sin revistas. “¿Quiere un libro?”, le preguntó el director de la cárcel. “No, soy analfabeto”, le contestó el gran padrino, que en todos estos años manejó silenciosamente la Cosa Nostra, la mafia siciliana, enviando y recibiendo pizzini, pedacitos de papel con mensajes cifrados. Era el jefe fantasmal de la temible organización, que con su captura no muere, sino que empieza una nueva etapa.
“No saben lo que hacen”, les dijo el capo di tutti i capi a los agentes que en la mañana del martes pasado dieron con él y pusieron fin a su larga vida como prófugo.
La frase de Provenzano, típica de los hombres de honor, encierra muchas incógnitas y el temor a que se desate una sangrienta guerra de sucesión por ocupar el mando de la organización mafiosa, ahora descabezada.
¿Qué va a pasar con la Cosa Nostra? ¿El vacío dejado por el boss supremo dará lugar a una guerra de sucesión? ¿Logrará mantenerse la “pax mafiosa” a la que se llegó durante su reinado, ya que Provenzano era un hombre mucho menos violento y autoritario que su antecesor, Salvatore “Totó” Riina?
Provenzano, de hecho, se caracterizó por haber inaugurado una nueva etapa de la mafia siciliana, marcada por la ausencia de ríos de sangre, y una política del equilibrio, la conveniencia, la infiltración silenciosa del crimen organizado en todos los estratos de la sociedad.
Según los especialistas, tras su arresto surgen tres escenarios posibles: el primero es que la mafia siciliana -estructurada tradicionalmente en forma vertical- podría adoptar el modelo calabrés (de la ?ndrangheta). Es una suerte de federalismo del crimen que garantiza el equilibrio: las familias mafiosas se encargan de sus negocios sin depender de las familias de otras provincias. Es decir, la familia se queda con el dinero que obtiene en su territorio. Los demás se las arreglan por sus propios medios, sin ningún control vertical, ni comisiones.
El segundo escenario es que aparezca un heredero o sucesor de Provenzano, el último “emperador”. Para ocupar este lugar muchos consideran que el hombre que más posibilidades tiene es Matteo Messina Denaro, de 46 años, considerado un capo despiadado, amante del dinero y de las mujeres atractivas, de la familia de Trapani.
Otro candidato es Salvatore Lo Piccolo, de 63 años, prófugo desde 1983 y capo del mandamento de San Lorenzo, un barrio de Palermo. Se cree que en estos últimos años Lo Piccolo estuvo muy cerca de Provenzano, manejando los negocios ilícitos, desde las licitaciones públicas hasta las extorsiones.
El tercer escenario -el más temido- es el de la guerra entre familias. Los hijos de los viejos villanos de Palermo, que fueron desplazados por el clan liderado por Totó “la bestia” Riina, Provenzano, Leoluca Bagarella y Luciano Liggio a fines de los años 80 tras una guerra brutal, podrían intentar ahora limpiar a la Cosa Nostra del clan de Corleone.
UN NUEVO VÉRTICE
“La Cosa Nostra ciertamente no muere porque ha sido arrestado su capo. Como siempre hizo, la organización mafiosa tomará nota de la captura y se moverá para darse un nuevo vértice, intentando adecuarse a la nueva situación”, dijo Michele Prestipino, el magistrado de la Dirección Antimafia que coordinó el operativo para atrapar a Provenzano.
“El problema ahora es qué pasará después de Provenzano. Con su captura cae un mito de invencibilidad mafiosa, pero pronto el vacío será colmado. Y, como siciliano y magistrado que soy, haré todo lo posible por evitar que se desencadene una guerra por la sucesión”, afirmó el fiscal nacional antimafia, Piero Grasso.
“No olvidemos que la Cosa Nostra no es sólo Provenzano”, opinó por su parte Giancarlo Caselli, el ex fiscal antimafia de Palermo -la capital de Sicilia-, que destacó que para poder ponerle fin a la mafia hay que aniquilar “su sistema de poder, sus complicidades, sus coberturas”. “Desde el punto de vista criminal la mafia no termina, porque es un sistema de poder consolidado, con protecciones, colusiones y complicidades”, agregó.
Si no busca un nuevo jefe, dicen los expertos, la Cosa Nostra deberá por lo menos cambiar de modelo organizativo.
¿Desde la cárcel de máxima seguridad, el denominado “tractor” revelará cómo hizo para mantenerse escondido tantos años? ¿Provocarán sus declaraciones un terremoto político en Italia?
El capo di tutti i capi, de 73 años, fue detenido en una vieja casona de campo, donde vivía miserablemente, como un verdadero pastor, comiendo ricota y achicoria, y durmiendo en un viejo catre sin sábanas.
Así, no como un multimillonario, vivía Bernardo “Binnu” Provenzano, un hombre viejo y enfermo, que debe utilizar un pañal, en el cual llevaba escondidos 10.000 euros.
Su arresto fue considerado en Italia como un hito en la lucha contra la mafia. Fue definido por todo el mundo como “un éxito extraordinario del Estado”, ya que Provenzano está acusado de haber asesinado a decenas de servidores del Estado, entre ellos los famosos jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Además, organizó el exterminio de centenares de rivales. Cincuenta, dicen, con sus propias manos.
Sin embargo, muchos señalaron también que un país occidental no puede considerar un éxito extraordinario el arresto de un criminal prófugo desde hace 43 años. Sobre todo si es atrapado a apenas dos kilómetros de Corleone, su ciudad, el sitio donde vive su familia, gracias a que su mujer le mandaba por un sistema de correo laberíntico, pero eficaz, un paquete con ropa limpia.
Si Provenzano logró escapar de la Justicia durante tantos años “es porque existe un ambiente social que lo ha permitido, instituciones cómplices o políticamente perezosas o distraídas”, escribió el diario La Repubblica. “No se puede festejar cuando en nuestro país han existido y sigue existiendo una sociedad tolerante con los asesinos y gobiernos débiles o incapaces”, agregó.
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