Crimen organizado
Tras la muerte del jefe de una banda parapolicial, incendiaron 35 colectivos en Rio de Janeiro
Fue una acción simultánea y coordinada. Temor y graves inconvenientes en el tránsito.
Al menos 35 colectivos fueron incendiados este lunes en diferentes barrios de Río de Janeiro en una “represalia” del crimen organizado por la muerte de un jefe parapolicial en un tiroteo con la policía.
El incendio de los vehículos, en una acción simultánea y coordinada en avenidas y accesos de Río de Janeiro, provocó un caos en el tránsito en la zona oeste de la segunda mayor ciudad de Brasil por la interrupción del tráfico y los embotellamientos.
Según informaron, el ataque obligó a varias empresas de transporte a interrumpir la circulación de sus unidades, y bloqueó hasta la Avenida Brasil, una de las principales vías de la ciudad.
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Por qué incendiaron 35 colectivos en Río de Janeiro
Los colectivos fueron interceptados por delincuentes e incendiados en barrios populares como Guaratiba, Campo Grande y Santacruz. Muchas de estas barriadas son controladas por las “milicias”, como son conocidos los grupos parapoliciales integrados por policías y expolicías que surgieron para hacer frente a las bandas de narcotraficantes.
Según la Policía Militarizada, el ataque fue una “represalia” a la muerte en un tiroteo con uniformados de Matheus da Silva Rezende, un importante jefe de una banda de milicianos y sobrino del principal líder de esas organizaciones en Río de Janeiro.
Da Silva Rezende, conocido como “Faustão” y sobrino del jefe parapolicial Luis Antonio da Silva Braga, conocido como “Zinho”, es el tercer miembro de su familia en morir en enfrentamientos con la policía en los últimos seis años.
Carlos Alexandre da Silva Braga murió en un operativo policial en 2017 y Wellington da Silva Braga en un tiroteo en 2021.
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Tras la muerte de su hermano, “Zinho” asumió el comando de la mayor milicia de Río de Janeiro y contaba con su sobrino como uno de sus principales lugartenientes.
Las milicias, inicialmente nacidas para combatir a los narcotraficantes y que cobran “impuestos” a los habitantes de numerosas barriadas por servicios como el transporte, la compra de garrafas de gas o hasta el acceso a internet y a televisión por cable, terminaron convirtiéndose en los distribuidores de drogas ilícitas en los barrios que controlan.
Los constantes tiroteos entre bandas rivales de narcotraficantes y entre estas y milicianos con la policía ha convertido a Río de Janeiro en una de las ciudades más violentas de Brasil.