Unión recibe esta noche a Bahía
El de esta tardecita es un partido para jugar muy bien en las dos áreas. Unión debe ganar por diferencia de dos goles para clasificar. Si lo hace por 1 a 0, se define por penales. Cualquier otra diferencia de un gol (2 a 1, 3 a 2, etcétera) favorece a Bahía. El empate o el triunfo de Bahía, le dará el pasaporte a los brasileños.
No es el más importante, porque hubo otros que lo fueron más. Pero el de hoy está entre los partidos más trascendentes de la historia de Unión. Con un condicionante: cada etapa que pase, tapará la anterior. Ocurrió con Emelec, porque Unión pasaba por primera vez a disputar una segunda fase y por eso aquél choque con Emelec era el que se sumaba al listado de los encuentros históricos, pero ahora éste de Bahía lo obnubila y lo supera. En caso de pasar, será la instancia de cuartos de final y así sucesivamente.
El de esta tardecita es un partido para jugar muy bien en las dos áreas: en la propia y en la del rival. En esta última, porque hay que tener lo que a Unión le ha faltado en algunos partidos: contundencia. Y en la propia, porque es clave mantener el arco en cero para no estar obligado a convertir más goles para lograr la diferencia de dos que lo depositaría en la fase siguiente.
El orden, la concentración y la eficacia, arriba y abajo, serán fundamentales para lograr el objetivo. Unión ha jugado dos buenos partidos coperos en estos últimos tiempos, los dos de visitante. Ante Emelec no necesitó de ese penal agónico para superarlo, porque en el trámite y en la generación de situaciones había sido superior. En Bahía, Unión perdió injustamente, con un error del que menos falla (Moyano) y desperdiciando varias oportunidades para convertir. La clave está ahí. Si el equipo consigue contundencia, le pondrá la frutilla al postre, siempre y cuándo se cuide en defensa y evite que el rival aproveche cualquier contingencia que le sea favorable.
Unión sabe de qué manera tiene que sortear esta clase de obstáculos, porque con Emelec le pasó exactamente lo mismo. Más grave aún, tuvo que ir a levantar un 0-1 jugando de visitante. Y lo logró. Ahora tiene la condición favorable de jugar como local. Y el rival, es un equipo que más allá de que ante Unión mantuvo la valla en cero (con el arquero como figura), se advierte que no tiene la solidez suficiente para aguantar y que no le conviertan goles. Tratándose de un equipo brasileño, se supone que la estrategia no será la de meterse atrás. No saben hacerlo, va en contra de su propia estirpe futbolera. Por eso hay que cuidarse en el área propia. Y ser efectivos en la ajena.
Cuando se escriben estas líneas, lo único que se conoce con certeza es la lista de jugadores concentrados. Sin Cañete (positivo de Covid) y Troyansky (suspendido por tres amarillas), surge la chance de jugar con un doble cinco (Nardoni y Leyes) más Carabajal en el medio y posiblemente un doble 9 si es que Azconzábal mantiene a García y suma a Márquez desde el arranque. Si no, para abrir la cancha por izquierda le quedaría Zenón (un chico que viene haciendo las cosas muy bien como para que en cualquier momento sea un titular-titular para el Vasco) o Luna Diale.
La irremediable tentación de pensar en algo que probablemente no ocurra -que el rival achique espacios del medio hacia atrás- lleva a suponer que hay que tener variantes por afuera, como primera medida, y que hay que sumarle movilidad para ocupar espacios entre defensores y volantes, más la gambeta, que es el arma individual que nunca falla, sea cuál fuere la estrategia defensiva del rival.
Unión tiene otro fuerte compromiso con su historia. Si supera a Bahía, no serán solamente 600.000 dólares más para sumar a la tesorería, sino un escalón más de jerarquía deportiva. No le fue sencillo ante Mineiro, más allá del 3-0 de la ida; mucho menos con Emelec, luego del 0-1 del primer partido en Santa Fe; ahora se está ante un nuevo desafío. Es difícil, pero no imposible. Un partido para jugar con máxima atención y eficacia en las dos áreas. Y con fútbol y corazón, la mejor receta del éxito en este deporte.