Uruguay evalúa vender marihuana a los turistas este verano
El gobierno trabaja desde hace unos tres meses en habilitar la venta de marihuana legal a los extranjeros que llegan a hacer turismo al país, en principio en las farmacias.
¿Uruguay se podría convertir, finalmente, en la Ámsterdam del sur? La regulación del mercado de cannabis hoy no habilita la venta a turistas en Uruguay, pero el gobierno de Luis Lacalle Pou viene trabajando en los últimos meses para activar esta opción.
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Mientras unos sostienen que desde 2014 ya existe un turismo vinculado a la marihuana ilegal, otros plantean que fomentar el consumo no es el objetivo de un cambio normativo. Eso sí, nadie en el gobierno quiere hablar o presentar el paso que se dará a corto plazo como “turismo cannábico”.
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Daniel Radío, secretario general de la Secretaría Nacional de Drogas (SND) y presidente del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), recibe a El País en su despacho en el piso 10 de la Torre Ejecutiva y admite que le gustaría dar este paso “lo antes posible para empezar a probar qué pasa”. Porque en el gobierno entienden que la reglamentación de la ley 19.172 de regulación y control del cannabis, promulgada el 20 de diciembre de 2013 por el entonces presidente José Mujica, presenta una “inequidad de base” al permitir el acceso al cannabis solo a ciudadanos uruguayos y extranjeros residentes.
“Creo que alguna vez nos va a parecer una obviedad en el devenir histórico que las personas cuando vayan a otro país puedan acceder a tomar una copa de vino o fumar cannabis si lo desean. Hoy todavía no porque tenemos resabios y coletazos del prohibicionismo”, dice Radío, quien destaca su “pelea” contra dicho paradigma al considerar “muy malos” sus resultados. “Nunca tuvimos los problemas que tenemos ahora de dolor, muerte, enfermedad, mafia, crimen organizado, ajuste de cuentas, sicarios”, asegura el funcionario, quien habla del “siglo del prohibicionismo” y el fracaso de la guerra contra las drogas.
De todas formas, Radío enfatiza que ni desde la SND ni desde el Ircca buscan “promover” el consumo de marihuana. Puntualiza, además, que no le gusta hablar de turismo cannábico porque “cuando una persona viene a Uruguay a tomar un vino nadie dice que está haciendo turismo alcohólico”.
Remo Monzeglio, subsecretario de Turismo y también integrante de la Junta Nacional de Drogas, coincide con ese punto, y adelanta que no van a “propiciar” un turismo cannábico. No está ni “en consideración” de la cartera, dice.
¿Pero se trata de un tema de nombre y de cómo se “vende” la propuesta? Monzeglio insiste que no piensan que “el turismo cannábico, llamado tal, pueda ser una opción”, sin brindar mayores detalles. Liliam Kechichian, ministra de Turismo entre 2012 y 2020 durante los gobiernos de José Mujica y Tabaré Vázquez, había declarado a El País tiempo atrás que “Uruguay no va a tener turismo cannábico nunca”.
Ahora bien: desde Turismo sí han planteado en reuniones de la JND que se “debería pensar en una universalización del consumo” de cannabis, dice Monzeglio, bajo la premisa de que “cualquier persona que esté dentro del territorio nacional, sea extranjera o no, debería tener las mismas posibilidades de acceder a consumir, en las mismas condiciones que un uruguayo”.
La regulación uruguaya estableció tres maneras de acceder al cannabis psicoactivo de forma legal: el autocultivo, los clubes de membresía o clubes cannábicos, y la compra de la droga a través de una cantidad limitada de farmacias. No se permite formar parte de más de una opción a la vez.
El decreto reglamentario 120/014 habilita a los autocultivadores a tener hasta seis plantas de cannabis y pone un límite de producción de 480 gramos por año. En total hay 12.902 cultivadores, de acuerdo a un relevamiento del Ircca actualizado al 10 de noviembre.
Los clubes de membresía pueden plantar hasta 99 plantas de cannabis, y contar con un mínimo de 15 socios y un máximo de 45, quienes no podrán acceder a más de 480 gramos por año cada uno. Se registran 213 clubes con 6.452 miembros al 10 de noviembre.
La tercera opción, que se fijó en mayo de 2014 pero se puso en marcha recién en julio de 2017, establece que se podrá acceder a un máximo de 10 gramos semanales o 40 gramos mensuales por persona en farmacias. Comenzaron siendo 16 en todo el país y hoy son 23. Hasta el 10 de noviembre los adquirientes en farmacias resultan 46.375, según el Ircca.
En todos los casos, la ley que impulsó el expresidente Mujica estableció que se debe realizar obligatoriamente un registro sin costo. El interesado debe acudir personalmente a una oficina del Correo Uruguayo habilitada para tal fin y presentar una constancia de domicilio, entre otros requisitos.
¿Qué cambiará?
Radío entiende que, para habilitar ahora el acceso a los turistas que lleguen al país, se debe modificar el decreto reglamentario de la ley vigente. Se establece allí que para cualquiera de los tres casos se debe ser mayor de 18 años, tener ciudadanía uruguaya legal o natural, o poder acreditar la residencia permanente en el país.
El jerarca adelanta que es partidario de “eliminar el registro para todas las personas”, pero como está establecido en la ley dar este paso implicaría un cambio legislativo que “llevaría mucho tiempo”. De hecho, están sobre la mesa varias opciones para ampliar el acceso al cannabis, tanto para los turistas como uruguayos. Además, se evalúa si el registro seguirá siendo por el Correo Uruguayo u online, y si se exigirá la constancia de domicilio, así como en qué momento se habilitaría la opción a extranjeros.
-¿Para qué fecha se pretende comenzar la venta de cannabis a los turistas?
-No sé. Si hace dos meses me hubieras preguntado, yo te hubiera dicho seguro que no pensaba que era para este año -responde Radío-. Hoy ya no te lo digo eso seguro, pero creo que no, que es improbable igual.
Una opción para la habilitación de turistas sería instrumentar vía decreto “algún tipo de registro temporal, que implicara flexibilizar la forma de registrarse, y que el registro caiga cuando el ciudadano abandona el país”, dice Radío.
Para el acceso al cannabis recreativo para turistas trabaja hace unos tres meses un equipo conformado por Radío, Monzeglio, Nicolás Martinelli (asesor del presidente Lacalle Pou), el director ejecutivo del Ircca Diego Serrano, y personal del área jurídica del Ircca y Prosecretaría de Presidencia.
Radío destaca que, una vez se llegue a una propuesta técnica de modificación legal, hay que conseguir consensos políticos a nivel del Ejecutivo, que estima “los va a haber”.
Entiende que las empresas que ofrecen el producto en farmacias tienen “más control” y advierte que si hay “otras instancias que quieren participar del negocio, puede llegar a generar un nivel de competencia no del todo leal”.
Ahora bien, Uruguay podría contar con comercios del tipo “boutique cannábicas”, pero Radío no lo ve como una medida de “corto aliento” sino más a “mediano y largo plazo”, aunque espera que sea durante este mandato de gobierno. Ampliar a otra figura de expendio además de las farmacias adheridas es una opción que se manejó en el gobierno anterior pero no tuvo luz verde.
Otra opción que plantea es trasladar el concepto del turismo de bodegas con cata de vinos, pero “para el cannabis, eventualmente”, aunque tampoco lo piensa para el corto plazo.
Radío insiste en que la apertura debe ser “gradual”, por lo que estima que en una primera etapa los turistas podrán solamente acceder al cannabis en farmacias. Esto implicaría una modificación vía decreto que incluya a los extranjeros entre los adquirientes.
Actualmente no hay farmacias que vendan marihuana en lugares centrales del turismo uruguayo como Punta del Este y todo el departamento de Colonia. Pero sí en Las Flores, cerca de Piriápolis, y en varios puntos de Montevideo. “A lo mejor me equivoco y esto funciona como un boom, pero tengo la impresión de que no”, confiesa el jerarca.
Aquí radica otra dificultad y es que el Ircca no puede pedirle a las farmacias que vendan marihuana. “Las farmacias tienen la autorización si la solicitan, pero no tienen la obligación. Entonces nosotros dependemos de que las farmacias tengan la disposición a hacerlo. Nosotros no podemos forzarlo. Esta es una decisión libre”, remarca.
Los problemas
El expendio de cannabis en farmacias ha generado varios dolores de cabeza en los últimos gobiernos. En 2017 comenzó la venta con la producción de Symbiosis e International Cannabis Corporation (ICC). Tras las colas en farmacias por falta de producto que recorrieron el mundo, el gobierno definió en octubre de 2019 otorgar más licencias a Uruguay Biopharmaceutical Research Company, Jabelor y Legiral.
Cuando Radío asumió en la SND en julio de 2020, solo producían cannabis para farmacias Aurora (ex ICC) y Symbiosis, mientras se negociaba la renovación de esos contratos. La primera empresa planteó que no era rentable el negocio y pidió aumentos de precio que iban del 60% a 300%, contó en agosto el jerarca en el Parlamento. Finalmente, la empresa se retiró y quedó solo la producción de Symbiosis.
En las farmacias se puede acceder a cinco gramos de “flores de cannabis -cogollos- envasadas en estado natural, desecadas, sin moler ni prensar”, detalla el Ircca, por un precio de 370 pesos (unos ocho dólares). Se paga solo en efectivo debido a las restricciones del sistema financiero. “Es mucho más barato de lo que se ofrece en cualquier lado”, remarca Radío, quien entiende que se debe ajustar el precio para “mejorar la rentabilidad” de las empresas que “siempre está en el borde”. Por el momento, no manejan la aplicación de un precio diferencial para los turistas que compren.
Las farmacias ofrecen en Uruguay dos variedades de cannabis: “Alfa” (híbrida con predominancia índica, con efectos psicoactivos “principalmente a nivel físico”, detalla el Ircca) y “Beta” (híbrida con predominancia sativa, con efectos psicoactivos “principalmente a nivel cerebral”). Ambas variedades contienen un porcentaje de Tetrahidrocannabinol (THC) – principal elemento psicoactivo del cannabis – que es menor o igual al 9% y un porcentaje de cannabidiol (CBD) – componente no psicoactivo del cannabis – igual o superior al 3%.
“Alfa II” y “Beta II”, se presentan en sobres de color verde y son producidos por Symbiosis, mientras que los sobres de color púrpura, “Alfa III” y “Beta III”, contienen cogollos producidos por Jabelor, disponibles a la “brevedad” tras un retraso por “cuestiones vinculadas a los envoltorios”, indica Radío.
A pesar de que ahora una sola empresa ofrece cannabis para farmacias, el secretario general de la SND sostiene que su producción está “cubriendo” el mercado, con una capacidad “por encima” de la demanda. Cada empresa puede producir hasta dos toneladas de cogollos por año en un predio en San José fuertemente custodiado.
Más “pegue”
Ya no hay más colas en las farmacias y, si se abriera el mercado a los turistas, “se está en condiciones” de atender la demanda. ¿Por qué? Radío reconoció en agosto en el Parlamento que “gran parte” del mercado lo han “perdido” porque ofrecen un cannabis en farmacias con “poco pegue”.
Las empresas trabajan ahora en alcanzar una nueva variante que tenga un nivel de THC de un 10% (que hoy es del 5%) y menos CBD en la composición para “tratar de recuperar mercado o fidelizar el actual”, según el jerarca. Radío dijo hace meses que esa variante estaría pronta para abril de 2022, pero ahora afirma que sería “capaz” sobre fines de 2022. “Me apuré un poco en considerar que ya para abril íbamos a tener esto”, expresa Radío, por la dificultad que conlleva la selección de semillas y otros aspectos. De todas formas, se tendrá un nivel de THC menor al registrado en muestras de clubes y autocultivadores, que se ubican en un promedio de 15%.
Otros actores del sector cannábico sostienen que no necesariamente menos THC implica un peor producto, al mismo tiempo que reclaman participar en la venta de cannabis a turistas, e insisten en que el turismo cannábico ya existe.
“Tengo toda la intuición de que ya vienen turistas a Uruguay y buscan cannabis”, confiesa Radío.
Marco Algorta, expresidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal, dice a El País que los turistas “demandan cannabis” y “vienen a la Ámsterdam del sur”. El turismo cannábico “ya está viniendo a Uruguay desde hace ocho años, y lo que hace falta es regularlo”, dice Algorta, quien asegura que esta situación “ha generado una confusión que no favorece ni al desarrollo del turismo cannábico, ni al de las empresas de cannabis medicinal”.
Lo “ideal”, entiende, es generar “locales que se especialicen en la venta de cannabis” tanto para turistas como para uruguayos, que ofrezcan distintos productos a precios diferentes. Si se habilita la venta a turistas podría haber un “aluvión de inversiones” en hoteles cannabis friendly, estima.
María José Milles, presidenta de la Federación de Clubes Cannábicos del Uruguay (Feccu), plantea a El País que es “muy iluso pensar que el sistema de farmacias pueda abastecer la demanda de cannabis de calidad que va a haber por parte de los turistas”. Las farmacias hoy “no son suficientes” y los clubes están siendo “fundamentales para el abastecimiento del cannabis recreativo de uso interno”, asegura.
Los clubes son asociaciones civiles sin fines de lucro que no están habilitados a vender su producción, donde los socios pagan una cuota mensual. El gramo de cannabis en los clubes oscila entre 120 pesos (unos 2,5 dólares) y 160 pesos (unos 3,5 dólares) frente a 74 pesos (un dólar y medio) que cuesta en farmacias.
Milles propone que los turistas puedan ser socios transitorios de un club cannábico, aunque eso dependería de que estos quieran abrir sus puertas, explica. Además, reclama una figura “más ampliada” de los clubes, donde se tengan más socios, se “paguen impuestos” y cambie a un sistema de distribución que incluya un delivery de cannabis, ya que hoy los socios deben presentarse personalmente en el club para hacerse del producto.
Mercedes Ponce de León, fundadora de ExpoCannabis, también sostiene que el sistema actual es “muy limitante”, por lo que plantea que los clubes puedan contar con más socios, incluidos turistas, y que accedan a dispensarios con venta al público tras comprobar mediante análisis que el producto es “microbiológicamente aceptable”. Y estima que eso no sería una competencia desleal con las empresas que hoy producen para farmacias porque “cuando firmaron no estaba contemplado venderle a los turistas”. Por otro lado, permitiría que el extranjero “pueda elegir” entre productos, así como que los clubes puedan proveer a los dispensarios el “excedente” que hoy en día se destruye.
Consultado sobre estas iniciativas, Radío remarca que los clubes cannábicos tienen que “proveer a sus socios de cannabis y no otras cosas”. En ese sentido, entiende que “a nadie se le ocurriría crear un club para socios que entran y salen”. En tal caso, subraya, se hablaría de “una figura distinta y tendría otra naturaleza” que el mecanismo actual.
Está claro: habilitar el acceso de cannabis legal a turistas resultaría una medida disruptiva para el gobierno, que aún debe lidiar con los efectos de la pandemia. Se trata, además, de una medida que no se llegó a aplicar en dos períodos de gobierno del Frente Amplio. De todos modos, este avance “gradual” que plantea Radío no parece sencillo de desmorrugar.
El lío de los bancos con empresas de cannabis
A fines de 2013 Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en regular la producción y comercialización de cannabis recreativo, todo bajo control estatal. Lo siguió Canadá en octubre de 2018. México despenalizó la marihuana en junio de 2021, lo mismo que hizo Portugal, entre otros países. En Estados Unidos, ya son 16 los estados -entre ellos Nueva York y Washington- que legalizaron el consumo de cannabis recreativo, en múltiples formatos. Además, se discute en el Congreso un proyecto de ley que busca quitar el cannabis de la Ley Federal de Sustancias Controladas. La situación actual en ese país desalienta a los bancos a ofrecer sus servicios a las empresas que venden cannabis, entre otros efectos.
El ejemplo de Holanda y la postura de Manini
Los famosos coffeeshops de Ámsterdam, esos locales en los que desde hace décadas está permitida la venta de cannabis, podrían sufrir un nuevo revés. Tras una serie de restricciones impuestas en 2017, varios de estos locales cerraron en Holanda, entre ellos el más antiguo del mundo (Mellow Yellow), y ahora el ayuntamiento de la ciudad busca prohibir el ingreso a los turistas.
“Nos gustaría que vinieran turistas interesados en la riqueza y la belleza de las instituciones culturales, y no los turistas que solo vienen aquí a caminar ebrios y drogados por las calles”, afirmó la alcaldesa de la capital holandesa, Femke Halsema, a comienzos de enero. En esa fecha, Ámsterdam contaba con 166 de 570 coffeeshops en Países Bajos.
Según una investigación llevada a cabo por el municipio, un gran número de turistas extranjeros ya no querrían ir a Ámsterdam si se les prohíbe la entrada a los coffeeshops, según publicó la agencia EFE.
Eso supondría que, en 2025, la capital holandesa solo necesitaría 73 locales de venta y consumo de marihuana para atender solo a la demanda local.
Consultado en julio por El País respecto a si es posible pensar que Uruguay en un futuro cercano sea un lugar como Ámsterdam, el secretario general de la Junta Nacional de Drogas Daniel Radío respondió: “No sé si como Ámsterdam. Pero sí que puedas venir a Uruguay y puedas fumar”.
Desde la coalición de gobierno, una de las posturas más reticentes a la ley 19.172 -que reguló la comercialización de marihuana- proviene de Cabildo Abierto. Su líder, el senador Guido Manini Ríos, alertó en noviembre en el Senado que “el Estado se equivocó cuando tomó este camino hace ocho años, y se sigue equivocando”. Manini afirmó que no se ha cumplido el objetivo de “disputarle” el negocio a los narcotraficantes, y que incluso hay un “flujo oculto” de cannabis, que “se suma al que proveen” los narcos.
El senador opinó que hay una “naturalización del consumo de la droga” porque al venderse en farmacias existe una “baja en la percepción de las consecuencias”. Por ello, reclamó una “campaña agresiva que muestre el efecto devastador que genera el consumo de cualquier droga, comenzando por la marihuana”.