Vaticano: un cardenal denunció que los conservadores conspiran para que Francisco renuncie
Tras la muerte de Benedicto XVI, los conservadores del Vaticano estarían llevando a cabo un “plan secreto” para someter al papa Francisco a una presión tal que le lleve a dimitir.
La campaña para expulsar al pontífice, de 86 años, comenzó pocos días después de la muerte de su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI. La figura clave dentro de la oposición es el cardenal alemán, secretario del fallecido, que publicará una polémicas memorias.
La muerte de Benedicto XVI dejó a Francisco, por fin, como el único Papa en El Vaticano: pero su trono se tambalea. Ahora que el papa emérito descansa en las grutas vaticanas, para el argentino Jorge Bergoglio comenzó la acción, ya que los conservadores de la iglesia, que antes se refugiaban bajo la protección de Benedicto, ahora no tienen pastor y están listos para recuperar el poder.
Cuando todavía no había pasado una semana desde el entierro de Benedicto XVI, comenzaron a surgir noticias de que los poderosos más conservadores del Vaticano están conspirando para presionar al Papa Francisco a renunciar. Y en declaraciones al diario romano La Stampa, un cardenal dijo que la facción conservadora está preparándose para actuar contra el pontífice.
El cuerpo de Benedicto XVI yase en la capilla ardiente del Vaticano
“El plan secreto se formulará en varios ejes y fases, pero tendrá un objetivo: poner el pontificado bajo tal estrés que Francisco tendrá que renunciar”, dijo el cardenal. “Los opositores de Francisco saben que en este momento son una minoría, que necesitarán tiempo tanto para ganar un consenso como para debilitarlo”.
El cardenal agregó que la campaña dependería del “progresivo debilitamiento del Santo Padre, así como de sus elecciones doctrinales, lo que creará un gran descontento que puede ser usado en su contra”.
Los informes de La Stampa dijeron que algunos opositores de Francisco serán más abiertos en sus críticas al Papa ahora que Benedicto XVI falleció, mientras que otros operarán “en las sombras” para forzar al pontífice a retirarse.
Francisco se convirtió en pontífice en 2013 tras la renuncia del archiconservador Benedicto XVI. Su nombramiento marcó un cambio definitivo en la iglesia católica, con su crítica al capitalismo y su actitud abierta hacia la homosexualidad, el aborto, la comunión para los divorciados vueltos a casar y el celibato para los sacerdotes.
Aunque Francisco declaró varias veces que renunciaría si su salud se deteriora -hace unas semanas dijo que su carta de renuncia por motivos de salud había sido entregada en manos del entonces secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone-, se consideraba poco probable que sucediera mientras Benedicto XVI estuviera vivo para evitar una situación sin precedentes de tres Papas viviendo en el Vaticano.
Algunos miembros destacados del movimiento tradicionalista anti Francisco son los cardenales Raymond Burke, estadounidense, y Gerhard Ludwig Müller, quien fue un aliado cercano de Benedicto XVI.
Pero la figura clave dentro de la oposición a Francisco es el cardenal Georg Gänswein, de 66 años, quien fue secretario personal del Papa Benedicto XVI durante 19 años y criticó la decisión del Papa de limitar la misa tradicional en latín, diciendo que eso había “roto el corazón” de su predecesor.
“Parece que el Papa Francisco ya no se fía de mí y quiere que seas mi guardián”, le dijo Benedicto XVI a Gänswein después de que el pontífice lo expulsó de su cargo de prefecto de la Casa Pontificia.
En su autobiografía Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI, que saldrá a la venta el 12 de enero, Gänswein, recordó cómo no pudo alcanzar un “clima de confianza” con el Papa Francisco y quedó “conmocionado y sin palabras” cuando perdió su puesto como Prefecto de la Casa Pontificia para dedicarse a cuidar de Benedicto XVI en 2020.
Según el testimonio del secretario personal de Benedicto XVI, tras la polémica por el libro del cardenal Sarah, se reunió con Bergoglio y este le dijo: “De ahora en adelante, quédate en casa, acompaña a Benedicto, que te necesita”.
La preocupación entre los partidarios de Francisco es tal que el sacerdote de Bérgamo Alberto Varinelli escribió una carta abierta a Gänswein en la que le pide que frene la publicación de su libro de memorias porque considera que el contenido “humilla” al Papa, servirá para que lo “ataquen” y “hará daño a la unidad de la Iglesia”
Ante esta indicación, Gänswein confiesa que se quedó “en shock y sin palabras” y dice que, cuando trató de replicar, diciéndole a Francisco que lo había estado haciendo durante siete años y que podía continuar haciéndolo, el Papa le respondió que él seguía siendo prefecto pero que, a partir del día siguiente, no volviese a trabajar.
El secretario personal de Benedicto XVI cuenta que respondió, resignado, que no lo entendía ni lo aceptaba humanamente pero que se adaptaría por “obediencia”. De vuelta al monasterio, recuerda que, al contárselo a Ratzinger, este le dijo, en tono irónico: “Parece que el Papa Francisco ya no se fía de mí y quiere que seas mi guardián”.
A esta revelación se sumó otra desvelada por el propio Gänswein el pasado 4 de enero, en la que aseguraba que Francisco provocó “dolor en el corazón” a Benedicto XVI al limitar la misa en latín.
En el libro, de carácter autobiográfico y que escribió junto al periodista italiano Saverio Gaeta, Gänswein también asegura que las continuas comparaciones entre Benedicto XVI y Francisco le entristecían “sobre todo, cuando el comentario procedía de desde dentro del Vaticano”.
Así, puso de ejemplo la decisión de Francisco de no vivir en los apartamentos del Palacio Apostólico y mudarse a una habitación más pequeña de la Casa Santa Marta. Según Gänswein, esto no puede atribuirse a una “cuestión de ahorrar dinero”, ya que, aunque no viva ningún pontífice, hay gastos de limpieza y manutención, sino a la “psicología personal” del propio Bergoglio.
En su autobiografía Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI, que saldrá a la venta el 12 de enero, Gänswein, recordó cómo no pudo alcanzar un “clima de confianza” con el Papa Francisco.
La preocupación entre los partidarios de Francisco es tal que el sacerdote de Bérgamo Alberto Varinelli escribió una carta abierta a Gänswein en la que le pide que frene la publicación de su libro de memorias porque considera que el contenido “humilla” al Papa, servirá para que lo “ataquen” y “hará daño a la unidad de la Iglesia”.
“Dentro de unos días se publicará un texto con sus memorias, de las que las entrevistas que ha concedido constituyen un anticipo: como bien sabe, ese texto es esperado con ansias por los márgenes hostiles al Papa reinante, habrá ataques a Francisco y ese texto hará mucho daño a la unidad de la Iglesia”, advierte el sacerdote en la misiva.
Por ello, le aconseja que examine “detenidamente” su conciencia y “si resulta que ese texto es una colección de resentimientos y ataques”, le recomienda que “bloquee la impresión y la comercialización de inmediato”.
A juicio del sacerdote italiano, revelar a la prensa sus declaraciones sobre cuestiones que le conciernen a él y al Papa es “un movimiento imprudente y peligroso”. “Agredir públicamente a un hermano para humillarlo delante de otros hermanos y de personas que desconocen los hechos constituye un acto grave”, avisa.
Según la prensa italiana, estas afirmaciones, causaron perplejidad en la Curia romana, al punto de que Francisco se reunió con Georg Gänswein este lunes para mantener una conversación cuyo contenido no ha sido revelado.
Se trata, según La Stampa, de “un encuentro que llega en un momento muy delicado, en medio de las tensiones que -en los días de la muerte de Benedicto XVI- atraviesa la Iglesia”. El diario asegura que “está en juego el futuro eclesiástico del Prefecto” Gänswein.
El domingo Francisco respondió de alguna manera a las acusaciones del alemán, diciendo: “El chisme es un arma letal, mata, mata el amor, mata la sociedad, mata la fraternidad. Preguntémonos: ¿soy una persona que divide o una persona que comparte?”.
Solo unos días atrás, Gänswein ocupó un sitio de privilegio en el funeral presidido por Francisco en la Plaza de San Pedro. Fue el encargado de acompañar los restos del expapa y de cubrir su rostro antes del cierre del féretro.
El Papa, que llegó en silla de ruedas y se puso de pie con la ayuda de un bastón, no mencionó a Benedicto por su nombre en su homilía hasta la línea final. Refiriéndose a Jesús como el ‘Novio’ de la iglesia, dijo: “Benedicto, amigo fiel del Novio, que tu alegría sea completa al escuchar su voz, ahora y siempre”.