Río Negro
Video conmovedor: un hombre salvó a dos delfines que quedaron varados en una playa
Un vecino que había salido a caminar por la costa con su esposa vio a los cetáceos varados entre los pastizales, a unos 30 metros del agua. Los ató con una soga y los arrastró hacia el mar. Los dos animales se salvaron.
Lo que iba ser un tranquilo paseo por la playa en San Antonio Este, una localidad de Río Negro, terminó en un conmovedor rescate de dos delfines que habían quedado varados. Con una soga atada a su cintura, un hombre sujetó y arrastró a los delfines unos 30 metros hasta devolverlos al mar. Así, salvó sus vidas.
Este lunes, Walter Andreoli y su esposa Gabriela salieron a caminar por la costa de San Antonio Este, una zona poco turística situada a unos 65 kilómetros de Las Grutas. Iban charlando, tranquilos, cuando algo entre los pastizales llamó su atención. “Vi algo negro y, al acercarme, me di cuenta de que eran delfines” contó al diario Río Negro.
“En un segundo intuí lo que pasó, porque el día anterior se habían visto orcas” en la zona, recordó. “Como ellas se los comen imaginé que estos delfincitos huyeron y, desorientados, se quedaron varados en ese canal, que estaba sin agua“.
Por fortuna, Walter tenía una soga. Y también ganas de hacer algo para salvarlos. “Ni lo dudé, quise acercarlos al mar que estaba a 30 metros, porque sabía que la marea iría subiendo y podrían navegar”.
Así, sujetó un extremo de la soga a su cintura y el otro, a la cola de un delfín. Comenzó por el cetáceo más chico, que también era el que se encontraba más débil los arrastró hasta el agua. Luego volvió por el otro ejemplar, más grande. “Pesan como 100 kilos, pero el barro húmedo me ayudó a moverlos”, dijo.
Toda la escena fue filmada por Gabriela, su mujer. En los videos que luego se viralizaron en redes sociales, se puede ver cómo Walter arrastra a uno de los delfines por una zona de barro y pastizales donde hay cangrejales hasta que logra meterlo al mar.
El rescate no terminó ahí. El hombre contó que una vez que llegó a la orilla del mar “me quedé con ellos como una hora, esperando que entrara más agua para que pudieran nadar”.
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“Hacía frío pero ni lo sentí, les saqué el barro y los masajeé un poco. Fueron reaccionando y daban como grititos. Fue re conmovedor“, contó. Recién se fue cuando el agua subió y vio que los “delfines empezaron a nadar”.