Arde sin control el pulmón verde de Atenas
Los suburbios de la capital griega llevan una semana asolados por incendios forestales que, ahora parcialmente bajo control, encienden las críticas contra el Gobierno griego.
El fuego sigue ardiendo en Atenas y otros lugares en Grecia. Pero, tras casi una semana, al menos muchos incendios han podido ser controlados. Las autoridades griegas duplicaron el número de bomberos, desplegaron más aviones de extinción de incendios y finalmente pudieron contener el infierno. Lo que queda son bosques quemados, miles de personas sin hogar y un Gobierno sin plan.
Paraíso perdido
Una colina a los pies del monte Parnés, reserva natural y pulmón verde de Atenas, ha sido el hogar de Irini durante décadas. Aquí creció y aquí quiere quedarse. A medida que los incendios se acercaban, la Policía llevó a los residentes a un lugar seguro. Pero un día después, la ya anciana Irini está de regreso, y lenta pero persistentemente se arrastra calle arriba con su andador.
“Los bomberos deberían echar agua en mi casa, yo quiero volver”, pide. Vienen policías y tratan de llevársela: “No, no me voy de aquí, yo vivo aquí”, los desafía la mujer.
Pensionista Irini en el monte Parnés: “No me voy de aquí.”
Los residentes más jóvenes han tomado la lucha por sus casas y su bosque en sus propias manos. Cientos de voluntarios intentan ayudar en los trabajos de extinción. Un grupo organizó un camión antiguo con una bomba en la casa de un granjero. Diez hombres arrastran una gran manguera hacia la cima de una cuesta, sobre la que ya crepitan los primeros fuegos. Los impulsa el coraje de la desesperación. Si no pueden extinguir el fuego en el pequeño trozo de bosque, los incendios continuarán expandiéndose hacia el asentamiento.
Al final de la calle, hay una vista clara de los antiguos jardines reales de Tatoi. “Eso era un paraíso, con árboles raros, pavos reales y animales salvajes”, dice un residente local manchado de ceniza, “y míralo ahora, un paisaje lunar, todo quemado”.
Incendio forestal a las puertas de Atenas: Una ráfaga de viento y todo arde de nuevo.
Mientras tanto, Jorgos y otros vecinos intentan evitar, con azadones y palas, que el fuego vuelva a arder. Una vez que el fuego ha atravesado el bosque, la tierra caliente se enciende una y otra vez, los tocones de los árboles pueden arder durante semanas. Si sopla una ráfaga de viento, todo comienza a arder de nuevo.
Gobierno sin plan
“¡Toda la zona se está quemando! Hemos perdido la mejor parte de Atenas, crecimos aquí y nos duele mucho tener que verlo”, dice Jorgos. Como los demás residentes, dirige toda su ira contra el Gobierno. Se sabía desde hace años que los incendios se estaban volviendo cada vez más virulentos. “¿Por qué hay tan pocos bomberos, camiones de bomberos y sólo dos aviones de extinción de incendios?”, pregunta retóricamente Jorgos.
“Todo lo que hacen es aparecer en la televisión, elegantes y hábiles, y nos dicen que es un gran éxito que no todos hayamos muerto en el fuego”, dice con amargura Nelli, en la vecina localidad de Krioneri. “Deberían haber contratado bomberos en lugar de miles de nuevos policías”.
Rescate y atención de heridos cerca de Atenas: la evacuación es lo único que ha funcionado.
Efectivamente, la evacuación de las zonas de incendios es lo único que ha funcionado bien en los últimos días. Tras la experiencia de 2018, con el catastrófico incendio en el suburbia ateniense de Mati, en el que murió más de un centenar de personas, al menos ahora las autoridades tenían un plan sobre cómo poner a salvo a los residentes locales.
Para la extinción de incendios, sin embargo, no ha habido ningún plan. El Ejército solo ha sido llamado a ayudar con el paso de los días. Los viejos camiones de bomberos y el equipo insuficiente en general convierten el trabajo en una lucha desesperada. “Hace tres días que no dormimos, es como la guerra. Terminamos, pero seguimos, no puedes sentarte a mirar”, dice un bombero completamente exhausto.
Al principio, fueron temperaturas de más de 40 grados, luego un fuerte viento que impulsó el fuego incluso sobre la bloqueada autopista A 1, hacia el norte. Aunque en realidad se suponía que esta autopista debía funcionar como cortafuegos y evitar que los incendios se extendieran a otras partes de la ciudad.
La autopista A1 en dirección norte de Grecia ha fallado como cortafuegos.
Al final de la semana, llegó ayuda de Europa: algunos aviones de extinción de incendios, vehículos y bomberos de Francia, Bulgaria, Eslovaquia y otros países. En el monte Parnés, los chipriotas están ayudando a las fuerzas locales: “La situación es realmente difícil”, dice el jefe de operaciones Dimitris Katzivlis: “¡Es trágico! Estamos ayudando a nuestros colegas griegos aquí, pero es peor de lo que esperábamos”.
Golpe económico y ecológico
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, está bajo presión e intenta enviar mensajes de consuelo. Se hará todo lo posible para compensar a las víctimas de los incendios, promete.
Un devastador incendio en la isla de Eubea, frente a Atenas, ha robado a cientos de agricultores sus medios de vida. Su enfado es enorme. Se sienten abandonados porque las autoridades concentraron los pocos recursos disponibles en la capital y dejaron que la isla simplemente se quemara.
Pero incluso en los suburbios de Atenas, muchos se enfrentan a las cenizas de su existencia. Ahora, esperan en los centros de recepción la ayuda prometida por parte del Gobierno.
Los incendios azotaron a Grecia en medio una tensa situación económica. El país acababa de recuperarse de los efectos a largo plazo de la crisis financiera cuando llegó la pandemia de coronavirus. Y cuando el turismo se reanudó, los incendios asestaron el próximo golpe a la economía.
Área quemada en el Parque Nacional Parnés: “Los árboles tardarán al menos 20 años en volver a crecer.”
El Gobierno puede solicitar asistencia de emergencia para desastres naturales a Bruselas. Sin embargo, más allá de eso, es probable que los miles de millones del Fondo de Reconstrucción sean la única salvación. Este dinero está destinado a servir a la reestructuración ecológica de los países miembros en particular.
Pero en un país donde la conciencia ambiental apenas está anclada, donde ni siquiera se encuentra representación de un partido verde en el parlamento, falta un gran plan.
Los productores de energía ya advirtieron que los precios subirían un 15 por ciento en septiembre. 2000 torres de alta tensión se han incendiado, partes de la red están destruidas. Una vieja central eléctrica de carbón tuvo que volver a funcionar para satisfacer la demanda. Y Grecia, tan mimada por el sol, también se ha quedado atrás en lo que respecta a las energías renovables.