El ataque a un taller de motos dejo un muerto y un herido grave
La víctima fatal presentó ocho balazos, en tanto quien lo acompañaba fue operado de urgencia y permanecía en grave estado.
Dos hombres jóvenes llegaron en un Renault Clio negro a un minimarket de Provincias Unidas al 900 bis cerca de las 15,30 del lunes; pidieron una cerveza y la tomaron en una mesa del negocio. Un rato después subieron al auto y fueron hasta un taller de motos de José Ingenieros y la misma avenida. Uno de ellos quedó al volante del Clio y el segundo ingresó al pequeño taller. Los vecinos escucharon un par de gritos y “unos veinte tiros todos seguidos”. El que disparó huyó en una moto Wave blanca que, según vecinos, estaba en el taller. Cuando el ruido y el terror se alejaron dentro del pequeño lugar quedaron tendidos Martín Morales, de 28 años quien falleció luego de agonizar unos minutos, y Jesús B., de 39 años, que quedó malherido.
Una ambulancia trasladó casi media hora después a Jesús al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), donde fue directo al quirófano ya que presentaba dos tiros en el abdomen y un balazo en su pierna derecha. Martín Morales, el muerto, tenía ocho impactos de bala en distintas partes del cuerpo, según determinó el médico forense.
Un vecino de barrio Larrea, donde ocurrió el ataque, contó, indignado: “Escuchamos los tiros y cuando entramos al tallercito uno de los muchachos heridos nos dijo que sabía quiénes eran. Estaban los dos conscientes y como la ambulancia tardó tanto el muchacho se murió”.
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El taller abrió hace dos años y tanto Jesús como Martín se dedicaban a preparar motos para picadas. “Eran parte del ambiente”, según comentaron familiares de Jesús, quien trabajaba como empleado metalúrgico y hace dos años quedó en la calle y pensó en la alternativa del taller. En tanto, Martín fue padre de una bebé hace unos días y vivía a pocas cuadras del taller.
El suegro de la víctima fatal comentó que, “no tenía problemas con nadie. Hace unos meses trabajaba con Jesús, pero son los dos buena gente. Anoche hice un lechón en casa y comimos con él y mi hija Mayra. Estaba feliz y no se lo veía preocupado.
En el taller había instalada una cámara de vigilancia, otra en un taller lindero y una más en la cuadra. Según el fiscal Alejandro Ferlazzo, que tomó la causa, las cámaras no funcionan. “Sólo estaban instaladas, pero no registraron imágenes. También hay cámaras sobre Provincias Unidas que voy a relevar”, dijo el funcionario.
De los minutos que pasaron los matadores en el minimarket poco se sabe. No hablaron más que entre ellos y a la hora que lo consideraron fueron a matar. Un comerciante de la zona aseguró: “Vimos poco cuando llegamos al taller. Un muchacho que pasaba por el lugar intentó reanimarlo, tenía las manos llenas de sangre y cuando vio que llegaba la Policía dijo «bueno, no hay más que hacer», y se fue lleno de sangre”.
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En cuanto a las víctimas hay dos versiones: sobre Jesús su familia comentó que “es un trabajador sin problemas con nadie; pero el otro pibe tal vez tuviera algún lío. Mi cuñado me contó que le estaba dando una mano a Martín. Este pibe no era socio del taller y lo que hacía Jesús era llamarlo cuando tenía mucho trabajo. Igual Jesús estaba contento, me dijo que lo veía encaminado”, sostuvo un familiar de la víctima baleada sin especificar más que eso.
Los comerciantes de la cuadra recordaron que “hace tres meses le robaron en el taller a Jesús y le llevaron varias herramientas, pero ya estaba trabajando bien”. Otros vecinos recordaron que una moto igual a la vista en el lugar, la Honda Wave, es muy conocida en la zona. “Una moto parecida anda dando vueltas y a los tiros por el barrio y también cerca. Los que mataron al muchacho de Ghandi al 6000, Hernán Almaraz (44), también iban en una Wave y a otro pibe del barrio 7 de septiembre también lo mataron mientras se trasladaban en una moto igual, por ahí es la misma”, el vecino ahondó en su análisis de viejo conocedor del barrio. “Esta zona la maneja un tal Milanesa, que está preso, pero desde la cárcel mandan más que cuando están afuera”, dijo, aunque no aclaró si el ataque al taller podría tener que ver con las muertes anteriores.
El fiscal Ferlazzo fue muy cauto en su declaración a la prensa y sólo manejó las hipótesis de que no fue un robo y que tal vez pudiera reconstruir la escena luego de “dialogar con posibles testigos”. En tanto, pasadas las 18.30 y una vez que retiraron el cuerpo de Martín Morales, su suegro lavó la sangre que quedó en el piso del local, mientras Mayra, la viuda de Martín, no salía del shock, en silencio y con la mirada perdida.