En un hotel de Iguazú transforman botellas en vajilla para limpiar las huellas de los turistas
Cataratas, uno de los destinos turísticos más elegido por locales y extranjeros, implica no solo ver y experimentar en un lugar catalogado como Patrimonio Natural de la Humanidad sino también significa generar desechos que intoxican el lugar.
La iniciativa ambiental, propuesta por dos empleadas de un hotel, recicla unos 100 kilos de botellas al mes, con los que hacen bandejas, vasos, jaboneras o ladrillos
La selva de Misiones es una maravilla de valles, ríos, sierras y bosques húmedos que abarca un 35% del territorio la provincia homónima de Argentina. Además, es el hábitat de 400 especies de aves (papagayos, picaflores y tucanes, entre otros) que pueblan la copa de árboles gigantes. La principal gema de la zona, la gran maravilla que todo el mundo quiere ver, se llama Cataratas del Iguazú.
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En el norte de la provincia y en el límite con Brasil, está el Parque Nacional Iguazú, que alberga los saltos que fueron elegidos como una de las Siete Maravillas del Mundo, por la Fundación New7Wonder. La ciudad de Puerto Iguazú es la base argentina para visitar las cataratas, que también se pueden ver desde el vecino país. Tiene solo 100.000 habitantes, pero puede recibir entre un millón y 1,5 millón de visitantes al año, de acuerdo a la época.
Las cataratas es uno de los destinos más visitados del país después de Buenos Aires. La contracara de esa industria es la gran huella turística: el destino produce alrededor de 150 toneladas de basura por día, de los cuales son reciclados solo entre un 4% y 5%, según datos oficiales.
Preocupadas por la cantidad de botellas de vino, espumantes, licores y cervezas que se desechaban todos los días, Emilia Hirt y Analía Benítez, dos empleadas del área de Alimentos y Bebidas del Hotel Amerian Portal del Iguazú, comenzaron a pensar formas de reutilización del material.
“Nos daba mucha lástima tirar tantas botellas. Al principio, comenzamos a reutilizar las de licor para poner aceites saborizados con ajo y romero. Cuando vio nuestro interés, la dueña del hotel nos impulsó a realizar un taller de vitrofusión. Nos capacitamos con un docente de la Universidad Nacional de Misiones y montamos un pequeño taller donde estaba el de mantenimiento”, contó Benítez. Al principio, el taller de vitrofusión se instaló y convivía con el taller de mantenimiento del hotel. Es decir, donde hacían las tareas de arreglos necesarios para el normal funcionamiento de las instalaciones. Luego, al crecer la actividad de vitrofusión, se instaló uno para ese fin específico.
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Esa pequeña idea se transformó en un proyecto que le dio identidad a un hotel que venía realizando otras acciones para reducir el impacto ambiental. Así, las botellas con destino de descarte se fueron transformando en las bandejas de desayuno de los turistas, vasos, jaboneras y hasta ladrillos de vidrio, que hoy decoran la recepción. En algunas vitrinas, en distintos ambientes del hotel, también están exhibidos los objetos que forman parte del uso cotidiano de los huéspedes.
Con el tiempo, el hotel decidió adquirir un horno de vitrofusión y profesionalizar aún más la tarea que iniciaron Hirt y Benítez. “Comenzamos con objetos pequeños y fuimos aprendiendo a manejar y conocer el material. Primero limpiamos las botellas y removemos bien las etiquetas; luego cortamos el pico y la base y comenzamos a molerlo o darle la forma que queremos. El vidrio tiene su dureza, su espesor y, por supuesto, su técnica. Fuimos comprando más herramientas y materiales. Ahora nos encantaría ampliar el trabajo y poder reciclar las botellas que tiran todos los hoteles de Puerto Iguazú”, narra Benítez.
La utilidad de las botellas que tenían destino de desecho va mucho más allá de los objetos de decoración. Benítez se entusiasma con los alcances del proyecto. “El sílice, uno de los componentes del vidrio, se usa en muchos países para la construcción y para la cinta asfáltica. El vidrio tarda tantos años en degradarse que sería una lástima no aprovechar la oportunidad. En Misiones nadie recicla vidrio. El que quiere hacerlo debe llevarlo a otra provincia, con todo el costo que eso implica”.
La iniciativa del hotel logra reciclar unos 100 kilos de vidrio por mes, una cifra que puede llegar a 300 en la temporada alta, según estimaciones de Benítez. El impulso de una empresa privada es una buena noticia para una ciudad netamente turística, pero no resulta suficiente para el gran impacto que dejan cientos de miles de visitantes en un entorno de gran vegetación y confluencia de ríos.
“Tiene que existir una articulación entre los actores públicos y privados. Muchas veces, estos impulsos salen de las empresas, como los hoteles de Puerto Iguazú, que estamos pensando en lo sustentable. Además de la responsabilidad, también significa un segmento del mercado interesante”, dijo Rocío Estrukel, gerenta del Hotel Amerian Portal del Iguazú.
“Ojalá existan más proyectos de estas características. Cuando un privado no se hace cargo de su problema, termina siendo el Estado el que asume la responsabilidad. El Estado no es un político, sino todas las personas que habitan la ciudad o la provincia. No se puede mirar a otro lado”, dice a América Futura Fernando Fuguet, director de Medio Ambiente de la Municipalidad de Puerto Iguazú.
El plástico y el cartón son los residuos más comunes de la industria turística en Misiones, pero también los más fáciles de reciclar y los que cuentan con un circuito económico aceitado, que depende de recicladores y actores públicos y privados. El problema más severo está en los materiales que no tienen circuito de recolección, como las cubiertas, el telgopor y los llamados peligrosos, como tubos fluorescentes (contienen polvo de mercurio) y lámparas.
“La industria turística genera residuos muy amplios en Puerto Iguazú; algunos tienen líneas de reciclaje y otros no. Los que no tienen, necesitan ser trasladados hasta Santa Fe o Buenos Aires con un flete especial. Ahí dependemos del valor que tiene el material: tiene que ser alto para que justifique el traslado. Hay residuos como las cubiertas y el telgopor, que no son peligrosos pero sí voluminosos. Necesitás un equipamiento costoso para gestionarlo y no tenemos las herramientas para cerrar el circuito de esos materiales”.
En Argentina, la Ley 25.612 plantea la gestión integral de residuos industriales y de actividades de servicios. En el Artículo 16 de la estructura normativa, establece algo que parece una obviedad pero que en muchos casos no se cumple: “Todo generador de residuos industriales, en calidad de dueño de los mismos, es responsable de todo daño producido por éstos”.
“En el caso de los residuos, los problemas son mucho más grandes que la dimensión de una provincia. Existe un marco regulatorio a nivel nacional pero no está la logística ni la tecnología para el reciclado o el aprovechamiento de ese material reciclable. Las empresas o emprendimientos se están lucrando con la actividad. Tienen que buscar la forma de minimizar, reciclar y gestionar los residuos hasta su disposición final. La economía lineal y circular todavía no se dieron la mano. Lleva tiempo y un desarrollo tecnológico, que en países como el nuestro es difícil”, zanja Fuguet.