La Sole se adueñó de la plaza en el Festival de Cosquín
La sexta luna comenzó con un notable Pedro Aznar y cerró a puro suspiro con Destino San Javier. La Sole las hizo todas: cantó temas a pedido con código QR, caminando en una cinta y hasta se sacó una parte del vestido para revolearlo como un poncho.
Una vez más, la Sole Pastorutti fue la gran protagonista en el Festival de Cosquín, con un show que tuvo todos los ingredientes para emocionar y entretener a una plaza que disfrutó su voz y sus ocurrencias.
A pesar de no haber sido la encargada del cierre de la noche por pedido propio (”mi público es cada vez más familiar, así que prefiero tocar más temprano”, le dijo a VOS en la previa), todos la esperaban a ella. Y apenas pasada la una, hizo su aparición luciendo un vestido blanco y muy corto, que llamó atención por tratarse de la noche más fría en lo que va del festival.
“La verdad es que me moría de frío”, reconoció más tarde en la conferencia de prensa. Eso sí, durante el show no se notó y fue la cantante de Arequito la que terminó administrando todos los climas de una presentación bien contundente y con apenas una hora y monedas de duración.
SORPRESAS Y CÓDIGO QR
Desde el arranque nomás sorprendió invitando a algunos integrantes del Ballet Camin, quienes bailaron sin sus vestuarios típicos y así darle otra atención al momento.
Después de una seguidilla con temas de sus últimos discos que el público coreó como clásicos y hasta un curioso momento en el que cantó caminando por una cinta de esas para hacer ejercicio, llegó un segmento a la carta.
La novedad, que igualmente ya había presentado en algunos shows muy puntuales, consistió en una votación en vivo sobre una lista de canciones posibles a través de un código QR que se proyectó en las pantallas para que el público elija sus favoritas.
Una vez que se mostraron los resultados por esa misma vía, se dio vuelta el plato para instalar otra puesta en escena con luces estilo candelabros y un pianista que la acompañó en esos temas. El arreglo con guiños tangueros y una interpretación diferente de la Sole para Que nadie sepa mi sufrir fue realmente un hallazgo.
MOMENTO DE ZAMBAS Y CHACARERAS
“¿Vamos a cantar unas zambas?”, preguntó después de leer algunos carteles y enseguida evocó a Argentino Luna para largar con un bloque de ese estilo tan arraigado en el festival, secundada por sus dos guitarristas y bien cerca del público, que cumplió el pedido con creces. Además, fue la mejor forma de olvidarse un rato del friazón que a esa hora se hacía sentir fuerte en la plaza.
“Dale que nos queda poco tiempo” fue la siguiente arenga, en este caso a sus músicos, para encarar la recta final con un arrollador segmento de chacareras que incluyó Entre a mi pago sin golpear y A don Ata, las canciones que la consagraron en el festival hace exactamente 25 años. Si hasta se quitó la cola de su vestido negro (hubo cambio de vestuario) para revolearlo como el poncho de aquellos tiempos.
El cierre fue bien bailable con su reciente hit La Valeria en el que se puso a patear las pelotas gigantes (¿un guiño a la Selección que jugó un rato antes y tal vez mermó un poco la concurrencia?) y un enganchado de cumbias que fue de Gilda a Los ángeles azules.