Murió Pocha, la elefanta mendocina que había sido llevada a un santuario en Brasil
El santuario publicó un conmovedor comunicado sobre Pocha y Guillermina.
“Con gran pesar anunciamos esta mañana que Pocha falleció anoche . Si bien aún no sabemos la causa de la muerte, se realizará una necropsia en breve para ayudarnos a determinar qué sucedió, aunque es posible que no tengamos resultados de inmediato”, escribieron las autoridades de Elephant Sanctuary Brasil, en su página web.
En mayo, y después de cinco días de viaje, las elefantas Pocha y Guillermina – de 56 y 24 años- habían llegado al santuario de Brasil, que sería su hogar definitivo, después de recorrer 3.600 kilómetros, desde Mendoza hasta la reserva natural de Mato Grosso.
Pocha había llegado a Mendoza desde Londres. En tanto, Guillermina nació en el zoológico mendocino, reconvertido en un Ecoparque, donde ha pasado su vida junto a su mamá y Tamy, su padre, que es otro de los elefantes africanos que viven allí y que sería derivado al mismo santuario junto a Kenya.
El Santuario de Elefantes Brasil (SEB) es una organización sin fines de lucro que ayuda a transformar las vidas y el futuro de los elefantes cautivos en América del Sur. Su origen se remonta a 2012, a partir de la alianza internacional entre Elephant Voices y Scott Blais, cofundador de The Elephant Sanctuary en Tennessee, EEUU. Esta alianza dio lugar a Global Sanctuary for Elephants, que en 2013 sienta las bases de la Asociación SEB en suelo brasileño.
Qué dijeron en el santuario sobre la muerte de Pocha
Según la publicación del santuario de Brasil, mientras Pocha estuvo en Mendoza, en ocasiones “vimos pequeños signos que nos hicieron preocuparnos de que tuviera problemas de salud subyacentes, pero nunca se diagnosticó nada”.
Una vez que llegaron al lugar, se la vio cansada y era un poco más lenta para comer. Por lo que le dieron multivitaminas y mejoró. Sin embargo, “hace unos días, notamos que era exigente con su heno, aunque todavía estaba pastando y disfrutando de todos los productos que le daban. Después de una inyección de vitaminas anoche, se veía más brillante y, aunque todavía estaba cansada, tenía más luz en los ojos. Sin embargo, cuando volvimos a verla más tarde esa noche, descubrimos que había fallecido”.
Y agregaron una imagen conmovedora: “Guillermina, que compartía los patios cerca del granero con su madre, gritó largamente para llamar a sus amigos, y se podía escuchar cómo respondían a ella. Una vez que abrimos las puertas para que entraran las otras chicas, Bambi, Mara y Rana estaban allí esperando para estar con Guille”.
Rana caminó hacia Pocha con Guillermina por unos minutos y luego volvió con los demás. Bambi se acercó, pero se mantuvo a distancia, con aspecto preocupado. Después llegó Mara y se quedó con Guillermina y Pocha. “Bambi retrocediendo hacia Pocha, oliéndola y acariciando su rostro. Justo después de la medianoche, todos se pararon en diferentes lados de Pocha, tranquilos y relajados, teniendo uno de esos momentos de elefante que solo ellos entienden. Un poco antes de las 4 am”, relataron, sobre lo sucedido en el santuario.
Pocha y Guillermina: las elefantas fueron trasladadas desde Mendoza a un santuario en Brasil
“Los elefantes tienen una habilidad innata para comunicarse entre sí de maneras que nunca entenderemos y eso es lo que parece estar sucediendo entre este grupo de compañeros de manada”, aseguraron en el santuario, a través de un comunicado.
“Con todos nuestros años trabajando con elefantes, nunca habíamos visto este nivel de apoyo de manada brindado a otro durante un fallecimiento. Su apoyo está demostrando ser mucho más familiar de lo que hemos presenciado en el santuario en el pasado y, aunque es triste, también hay algo increíblemente hermoso en lo que está sucediendo”, sostuvieron.
En cuanto a Guillermina, “a medida que va comprendiendo lo que le ha pasado a Pocha, ha sido muy amable con su madre. La toca y la huele y la acaricia con su trompa, pareciendo intuir que su madre ya no es de esta tierra”.
Finalmente, afirmaron los cambios positivos que se vieron en ambas elefantas al llegar al santuario. Sobre todo en Guillermina, que estaba contenta y entablando relaciones con los otros elefantes, en libertad.
“También nos alivia mucho que ambas hayan hecho el viaje a santuario antes del fallecimiento de Pocha, por lo que Guillermina no está procesando su dolor sola; ahora tiene otros elefantes a los que recurrir”, plantearon en el santuario.
Y Pocha, en unos pocos meses, “pudo recordar que el mundo era más que un muro de hormigón frente a ella. En realidad, la vida podía ser grande, hermosa y llena de oportunidades, y ella también pudo darle esa gran vida a su hija con amor y un sentimiento de inmenso orgullo”.