Un joven se pierde en el mar durante 12 horas y es “rescatado” por delfines
El hecho se produjo el 22 de agosto. Ese día, por la mañana, McSorely estaba en la playa de Castlegregory, al suroeste de la República de Irlanda, cuando se dispuso a realizar una peligrosa “aventura”.
El protagonista de esta historia aseguró que se le ocurrió nadar hasta un faro: lo separaban más de cinco millas náuticas de distancia (algo más de nueve kilómetros).
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Cerca de las 8 a.m. dejó sus pertenencias en la arena y saltó al agua, sin avisarle a nadie de su idea, contó al diario Irish Independent. “Nadé, nadé y nadé. Pensé que sería una buena manera de desafiarme a mí mismo”, relató en otra conversación con The Sun.
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A las 11 a.m., aprox., un vecino vio la ropa que McSorely dejó en la playa y avisó a las autoridades. “Creo que quien avisó de mi desaparición no estaba seguro de que fuera yo, pero sí estaba seguro de que se trataba de una misión suicida. Eso o simplemente que me había vuelto loco”, expresó al mismo medio .
En algún momento de la travesía, McSorely logró llegar al faro: “Cuando llegué, lo celebré durante unos 20 minutos y después comencé a nadar de regreso”, explicó.
Durante la vuelta, comenzó a sentirse cada vez más débil: ya estaba exhausto y con hipotermia. La guardia costera, en conjunto con la ONG que salva vidas en el océano llamada Royal National Lifeboat Institution (RNLI), ya había iniciado un operativo de búsqueda en la bahía para intentar dar con él.
El joven se quedó sin energía cuando se encontraba a más de dos millas náuticas de la playa (unos cuatro kilómetros). Estando allí, lo rodearon unas criaturas marina que en primera instancia no supo identificar. Creyó que eran tiburones, aunque en realidad se trataba de una manada de delfines que no tenía intenciones de herirlo.
Mientras continuaba en ese lugar, la tripulación del bote de la ONG RNLI lo seguía buscando. A las 20.15, estos rescatistas primero vieron a los delfines y pronto notaron que allí estaba McSorely: él, con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó un brazo y saludó.
“Es un milagro”
El timonel de la embarcación de RNLI, Finbarr O’Connell, logró determinar la ubicación aproximada de McSorely por un ejercicio que realiza de manera regular con un maniquí: lo arroja al agua y estudia su movimiento en el agua por la corriente.
“Tuvo mucha, mucha suerte. No hay duda de ello. Otra media hora más, y habría muerto. Ninguno de nosotros o los médicos pueden creer que sobreviviera”, declaró O’Connell a Irish Independent.
Además, añadió: “Su temperatura corporal era muy baja, descendió mucho. Los médicos estaban sorprendidos con él. Pasó esa cantidad de tiempo en el agua, y no sé cómo lo hizo. Es increíble, realmente”. “Es un milagro que haya sobrevivido”, opinó una de las rescatistas, Jackie Murphy.
McSorely, quien se recuperó luego de permanecer en el hospital, se refirió al comportamiento de los cetáceos. “Nadaban a mi alrededor. Puede que me hayan querido ayudar. Definitivamente fue una experiencia increíble”.