Una publicación en el The New York Times acusa al papa Francisco de “desgarrar la Iglesia”
El ensayista norteamericano Michael Brendan Dougherty, del catolicisimo conservador, criticó con dureza al Papa por la abolición de las misas en latín, ritual que había sido liberado por Benedicto XVI
NUEVA YORK.- Una dura columna de opinión publicada en el diario The New York Times acusa al papa Francisco de “desgarrar la Iglesia Católica”, luego de que un mes atrás limitara al máximo la celebración de las misas tradicionales en latín -Benedicto XVI en 2007 había rehabilitado la misa con este viejo rito, en un gesto de acercamiento a los sectores ultraconservadores-.
El autor del texto es Michael Brendan Dougherty, un escritor y ensayista norteamericano de ascendencia irlandesa, fiel defensor de los rituales originales del catolicismo. Según él, la determinación del Papa refleja una concentración de poder y una “nueva represión”.
“Para acabar con la antigua misa en latín, el Papa Francisco está utilizando al papado precisamente de la manera que los progresistas decían deplorar: centraliza el poder en Roma, usurpa las prerrogativas del obispo local e instituye un estilo de microgestión motivado por la paranoia de la deslealtad y la herejía. Quizás para proteger sus creencias más profundas”, denuncia el intelectual, respecto del documento “Traditionis Custodis”, en el que el Máximo Pontífice anula la tradicional misa y dispone que, para celebrarse, deberá ser autorizada por el obispo de cada lugar.
Dougherty afirma que la misa en latín -que, además de la lengua, conserva rituales como el del sacerdote y los fieles apuntando hacia el altar y el santuario-; se celebra cada vez más en “parroquias prósperas, llenas de jóvenes”, y que su persistencia es un “deber religioso” para los devotos. En este marco, critica las “excentricidades” que “a veces se encuentran en una misa moderna, como globos, música de guitarra o aplausos” y llama a conservar el permiso de practicar los métodos originales.
“Sin embargo, el papa Francisco considera que esta misa y el modesto número creciente de católicos que asisten a ella son un problema grave […]. Para proteger la ‘unidad’ de la Iglesia, abolió los permisos que el papa Benedicto XVI nos dio en 2007 para celebrar una liturgia, cuyo corazón permanece inalterado desde el siglo VII”, indica el ensayista, que también advierte: “Para el Papa, su eliminación es una prioridad religiosa. La ferocidad de su campaña empujará a estas familias y comunidades jóvenes hacia el radicalismo”.
En un intento por justificar la permanencia de la misa tradicional, Dougherty sostiene que, para los católicos, el modo en que se ora “da forma” a las creencias. “El antiguo ritual nos apunta físicamente hacia un altar y un santuario. Nos señala la cruz y el cielo como horizonte último de la existencia del hombre; muestra que Dios nos ama amablemente y nos redime de nuestros pecados”, detalla. Y agrega, respecto del “nuevo ritual” que, dice, apunta hacia una mesa vacía: “Tras las innumerables alteraciones, la creencia de que la Misa era un sacrificio real y que el pan y el vino, una vez consagrados, se convertían en el cuerpo y la sangre de nuestro Señor, ahora fue minimizada o reemplazada”.
Además, preocupado por el avance de la nueva normativa del Vaticano, el escritor americano interpela al obispado y advierte la posibilidad de que se “divida” la Iglesia: “No sé si los obispos adoptarán la voluntad de Francisco de aplastar la misa en latín. No sé cuán dolorosa están dispuestos a hacer nuestra vida religiosa. Si lo hacen, crearán, o revelarán, más división en la Iglesia”.
Dougherty concluye: “Tengo fe en que algún día, incluso los historiadores seculares verán lo que se hizo después del Concilio Vaticano II y lo verán como lo que fue: la peor destrucción en la historia de la Iglesia, menor incluso a la iconoclasia bizantina del siglo IX y a la Reforma protestante. Benedicto nos había permitido temporalmente comenzar a reparar el daño. Lo que propone Francisco es una nueva represión”.