Toneladas de basura sepultan París por una huelga de recolectores de residuos
París se hunde en montañas de basura por la huelga de recolectores de residuos, que desde el 6 de marzo protestan contra la propuesta de reforma de las pensiones del gobierno francés.
Más de 5600 toneladas de basura se acumulaban en las calles de la capital francesa en el noveno día de huelga de los recolectores de basura contra la reforma jubilatoria de Emmanuel Macron.
El Senado francés aprobó elevar la edad de jubilación a los 64 años
La Ciudad de la Luz está perdiendo su brillo mientras en las calles de París se acumulaban el martes toneladas de basura en el noveno día de huelga de los recolectores. La creciente suciedad es el signo más visible de la indignación generalizada causada por una propuesta de ley del gobierno de Emmanuel Macron para aumentar en dos años la edad de jubilación.
El maloliente perfume de los desechos podridos comenzó a escaparse de algunas bolsas de basura y contenedores desbordados. Ni el Palacio de Luxemburgo, la sede del Senado ubicado en la orilla izquierda del río Sena, ni, al otro lado de la ciudad, una calle a pocos pasos del Palacio del Elíseo, donde aparentemente se acumulan los desechos de la residencia presidencial, se han librado de la huelga.
Más de 5600 toneladas de basura se acumulaban en las calles hasta el lunes, provocando las quejas de varios alcaldes de distrito. Algunos de los montones desaparecieron a primera hora del martes con la ayuda de una empresa privada, reportó el canal BFMTV.
Otras ciudades francesas sufren un problema similar pero el caos en París, la vidriera de Francia, se ha convertido rápidamente en un emblema del descontento de los huelguistas.
Nueva huelga en Francia en rechazo a la reforma jubilatoria de Macron
“Es demasiado porque incluso era difícil circular” por algunas calles, dijo Nadiia Turkay, una turista británica de 24 años, tras recorrer la capital francesa. Según dijo, era “molesto, para ser sincera” porque en “calles bonitas ves toda la basura y todo el olor”.
Sin embargo, Turkay simpatizaba con los trabajadores en huelga e indicó que los inconvenientes eran “por una buena causa”.
Los recolectores de basura “son las primeras víctimas de esta reforma” porque “muchas veces comenzaron a trabajar jóvenes” y “hacen un trabajo más difícil que otras personas que están en oficinas”, comentó Christophe Mouterde, estudiante de 18 años.
“Es terrible, hay ratas y ratones”, señaló Romain Gaia, un pastelero de 36 años, que sin embargo cree que el hecho de que los recolectores trabajen más tiempo a raíz de la reforma “es un delirio”.
“Tienen toda la razón de hacer huelga” y “deberían hacer que durara quizás aún más”, afirma el pastelero. Se trata de “personas que normalmente no tienen ningún poder, pero si dejan de trabajar, tienen un poder real”.
Hasta los propios huelguistas, entre los que hay recolectores de basura, barrenderos y trabajadores de las alcantarillas, están preocupados cómo se está convirtiendo París en su ausencia.
“Me pone enfermo”, señaló Gursel Durnaz, quien lleva nueve días en un piquete. “Hay contenedores en todas partes, cosas por todas partes. La gente no puede pasar. Somos totalmente conscientes”.
Pero, añadió, el presidente, Emmanuel Macron, solo tiene que retirar su plan para retrasar la edad de jubilación “y París estará limpio en tres días”.
El Senado francés aprobó el sábado la polémica reforma, que aún debe ser votada en la Asamblea Nacional, posiblemente el jueves. El proyecto busca retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años- y no 42 como ahora- para cobrar una pensión completa.
Los paros han afectado intermitentemente a otros sectores como el transporte, la energía y los puertos, pero Macron se mantiene firme mientras su gobierno sigue adelante para hacer que la impopular reforma de las pensiones sea aprobada en el parlamento.
El plan elevará la edad de jubilación de los 57 a los 59 en el sector de la gestión de residuos. Quienes trabajan en la recolección de basuras afirman que dos años más es demasiado para el servicio esencial que prestan.
“Lo que hace a Francia girar son los trabajos invisibles (…) desafortunadamente, estamos entre los invisibles”, señaló Jamel Ouchen, que barre las calles de un vecindario elegante de la capital. Sugirió que los políticos realicen su tarea durante una jornada para aprender de primera mano lo que supone mantener la ciudad limpia.
“No durarían ni un día”, vaticinó Ouchen.
La salud es una de las principales preocupaciones en el sector, reconocida oficialmente con una edad de jubilación menor, aunque muchos operarios trabajan más tiempo para aumentar sus pensiones. A excepción de los trabajadores del alcantarillado, no parece haber estudios a largo plazo que confirmen el reclamo generalizado de una menor esperanza de vida en el sector.
El miércoles habrá mucho en juego, tanto para el gobierno como para los trabajadores disconformes. Los sindicatos organizan su octava jornada de protesta en todo el país desde enero, y la tercera en nueve días, pensada para coincidir con una reunión a puerta cerrada de siete senadores y siete parlamentarios que tratarán de llegar a un consenso sobre el texto de la norma. Si lo logran, la ley regresará a ambas cámaras y será votada el jueves.
Pero no hay nada seguro y el paso del tiempo parece haber alimentado la determinación de quienes mantienen los piquetes.
Durnaz, de 55 años, forma parte de uno en una planta incineradora en el sur de París, una de las tres que dan servicio a la capital y que están bloqueadas desde el 6 de marzo. En este tiempo, solo ha ido dos veces a su casa para ver a su esposa y a sus tres hijos. “Hace frío, llueve y sopla el viento”, dijo.
Aunque la propuesta se convierta en ley, “tenemos otras opciones”, apuntó. “Esto no se ha acabado”.